Mora en la frontera norte de nuestro país "la Brithanny" Sánchez, y lo ha venido haciendo de manera intranquila, no le basta ya con ser una madre soltera ejemplar -como tantas hay con salarios paupérrimos-, se ha cansado de ver cómo la gente que va y viene por el puente que cruza el cerco maneja autos último modelo y ella no, ya no le es suficiente con ver a sus hijos obtener buenas calificaciones y, aunque no los trae a rais, se le ha metido en la cabeza querer otorgarles los mismos lujos que goza la progenie de esos que atraviesan el puente: ropa de marcas renombradas, zapatos deportivos carísimos, escuelas de paga privadas, tabletas electrónicas con el dibujo más costoso que se haya realizado de una manzana -y eso que ni completa está-, y billetes verdes, muchos billetes verdes.Para cumplirle su anhelo, y alborotándola todavía más, su prima mayor, casi como caída del cielo, le ha ofrecido posada en su gran residencia cruzando la frontera; al fin y al cabo, ella también quiere lo mejor para sus sobrinos.En esta, la más grande aventura jamás soñada por la Brithanny, ¿descubriremos acaso el verdadero peligro en el fenómeno migratorio? ¿Cuál es el más fundamental de los males que ha convertido nuestra tierra en un naufragio del que todos quieren escapar?, ¿lo es la pobreza económica en la que nos han hundido los malos gobiernos?, ¿lo es la violencia que ha convertido a muchos en sepultureros y a otras en auténticas lloronas?, ¿o lo somos los ciudadanos de a pie, negándonos, repudiándonos los unos a los otros, y desinteresándonos cada vez más por nuestra cultura que -tal vez porque no se puede canjear por una casa blanca- es lo único que no se han decidido por robarnos?Algo es seguro, desde el fondo de su alma, para los creyentes; del de su corazón, para los poéticos; o desde lo más profundo de su ser, para los metafísicos, lo que lanzará a nuestra heroína a verse del otro lado del cerco no es envidia sino un genuino deseo de bienestar y prosperidad para su familia: su madrecita y sus tres pequeños. Y no es necesario profundizar en cómo este bondadoso anhelo nos une a todos los que tenemos la dicha de ser padres o de ser hijos. Sin importar nuestras creencias o convicciones, simpatizaremos con cualquier migrante en cuanto a ganas de sacar adelante a la familia se trate, aunque a veces el color en la piel o los acentos impidan a unos aceptarlo.