No es casualidad que para llegar al estado permanente de plenitud haya que pasar por muchos momentos críticos en la vida. Y tampoco es casualidad que justo antes de la llegada se tenga que vivir el momento más crítico, con seguridad, de muchas vidas. Dentro de la espiral evolutiva no se llega permanentemente a la plenitud sino después de depurar todo lo que nos impide amarnos, y por lo tanto, amar. Y para depurar todo eso hay que vivir muchos tramos de dolor que lleven a la sanación. En los tres libros anteriores se va haciendo más clara mi postura a cerca de la creación de la realidad a partir del amor que somos o del miedo que quisimos experimentar. No obstante, el asunto se complica de manera significativa cuando se descubre que no todos los temores son tan tangibles como lo pueden mostrar algunas sesiones de terapia o acompañamiento que ayudan a recordar la niñez, pues dentro de la realidad pueden estar ejerciendo su poder otros miedos que vienen de épocas más remotas que la vida actual. En mi experiencia, justo cuando pensaba haber depurado todo lo que me impedía amar, y justo cuando pensaba haber alcanzado esa meta de quedarme en la plenitud, volvió la dinámica más típica y difícil con mi Llama Gemela. Pero esta vez dicha dinámica llegó al tiempo con un delirio producto de un miedo que había experimentado yo en otra vida, y el cual estaba reservado en lo que ya conocía como los Registros Akáshicos desde el año 2015. En palabras menos complejas, mi Llama Gemela entró en estado de huída al mismo tiempo que mi escenario me traía el terror de otra vida, porque faltaba el encuentro más despiadado con lo que quedaba de aquella bestia dentro de mí a la que llamo el dragón. Ignoro si este enfrentamiento se puede comparar con el paso de Jesús por el desierto, pero lo considero al menos parecido no solo por el delirio y la confusión, sino también por el destino encontrado al salir del mismo. La locura y la muerte en vida que creía haber vivido hacía unos años, me estaban esperando todavía 5 años después del Despertar para terminar de liberarme. Y esa era la única manera de pasar de ser Partícula de Dios a ser Dios, tal como Jesús lo había promulgado. Conoce lo que yo considero hasta este momento de mi vida como el Paso por el Desierto. De pronto así puedas destapar y sanar otros factores de ti que están creando tu realidad desde lo más profundo de tu Ser, sin que tengas aún la menor pista de ello.