PROLOGO. Y A LA VEZ AGRADECIMIENTO.DEL LIBRO DE CUENTOS"LA VUELTA AL DIA EN MI PROPIO MUNDO"Un mundo extremadamente delicado, sutil, hermoso, bello y maravilloso, que no se puede describir en palabras, aún siendo éste el propietario de las mismas. Dueño de un terreno que, al internarnos en él, nos damos cuenta que cada vez lo conocemos menos, y por ese precioso misterio que lo encierra, la magia natural que posee jamás la pierde. Me refiero AL MUNDO DE LAS LETRAS. Al espacio infinito donde los espíritus caídos se levantan y armonizan con el melodioso alimento del Cosmos para formar enormes ejércitos de seres inanimados que se deslizan, transitan, viven, gozan, en el vientre de las imágenes de ese prodigioso mundo de los espejos que sólo es propiedad del poeta, del escritor y de los mismos seres imaginarios que se alimentan entre sí con su creador, sin mayor validez que una soledad en un Universo de Fantasía. Es allí, en ese campo inanimado, donde se espera que el lector con cordialidad meta su mano y saque esos títeres para colocarlos en un plano relativamente más activo y llevarlos hacia una inventada realidad para no dejarlos morir y no se queden solamente como unos desvaríos de un escritor sin lectores. Como al igual cabe decir el inmenso valor que tienen las personas como Héctor Boisselier, que ponen las esperanzas de los soñadores sobre una vital realidad construyendo un puente entre lector y escritor. Ya que por él, mi pequeño libro "La Piedra" (Otro panfleto más) pudo llegar a muchos hogares, cuando con sus manos tomó mi sueño y lo hizo realidad al publicarlo. Por eso; con el mayor de mis agradecimientos por hacer que mis inquietos fantasmas flotaran más allá de mi propio mundo, dedico este libro a Héctor Boisselier y a otras personas que tienen el mismo valor en mi vida, como Jesús Santana, que como un padre, me tomó de la mano, para indicarme el camino de la no rebeldía y hacer de la poesía una cuna de ternura y no de despecho y desprecio como yo la sentía en ese entonces. Como también el tiempo que se ha tomado para corregir mis obras, un gesto noble que jamás podré pagarle. José Rodolfo Ramírez, otro ser que dejó una huella imborrable al echarse a cuesta la lectura de toda mi obra, para decirme al final que yo no tenía que hacer más, porque lo que seguía era trabajo de la sociedad.Así, al paso de los años ha llegado a mi vida seres que también tienen un espacio en mi corazón y a los cuales recordaré hasta el día que parta de este mundo.Que las bendiciones del Universo los acompañe. ARMANDO BLANCO.