A lo largo de los siglos, a Occidente le han fascinado los vikingos, una de las civilizaciones europeas más misteriosas e interesantes. Además de ser percibidos como una cultura notablemente única entre sus contrapartes europeas, lo que se sabe y no se sabe acerca de los logros de los vikingos le ha añadido un aura intrigante a la narrativa histórica. ¿Eran guerreros feroces y temibles? ¿Fueron ellos los primeros europeos en visitar Norteamérica? Parece que algunas de las leyendas son ciertas, y algunas son solo eso, leyendas.
El término comúnmente usado para referirse a los pueblos comerciantes e invasores de Escandinavia, "vikingo", puede haberse originado de Viken (la gran bahía que lleva a Oslo), o puede haber venido de las palabras del escandinavo antiguo, vikngr (guerrero marino) o viking (expedición sobre el mar). La gente del norte era conocida en ese tiempo en Europa Occidental como "hombres del norte" o daneses, en Inglaterra como daneses o paganos, y en Irlanda como finngaill para los de origen noruego, y dubgaill para aquellos de Dinamarca. En el este, en Rusia y en el Imperio bizantino, los escandinavos eran llamados vaeringar o varyags (varengos), o rus, este último quizás derivado del nombre Roslagen, una provincia en Uppland, Suecia.
Al igual que muchas civilizaciones de milenios pasados, los vikingos son recordados en la cultura popular más por los relatos fantásticos de su historia, que por la realidad. Los registros escritos de la historia del periodo vikingo, que consisten mayormente en sagas nórdicas, poemas metafóricos llamados skalds y crónicas monásticas, fueron escritos mucho después de los eventos que describen, y tienden a ser relatos fantásticos y horripilantes, repletos de hipérbole. Además, los relatos más mordaces de las incursiones vikingas están contenidos en los registros e historias de las comunidades monásticas que fueron blanco de la rapacidad nórdica. Estas crónicas hablan de las depredaciones vikingas paganas de los tesoros monásticos, y la feroz tortura y matanza de monjes cristianos. Los coloridos y sangrientos cuentos ciertamente se basaron en más que granos de verdad, pero también fueron exagerados a propósito para inyectarle drama a la historia. De manera similar, las sagas nórdicas escritas en la época posterior a la era vikinga fijaron lo que hasta entonces había sido una tradición oral flexible. A menudo se inclinaban a un lado o a otro, para legitimar la autoridad de algún clan o líder al enfatizar la valentía de un ancestro y su habilidad para rapiñar las comunidades de sus oponentes.
Como resultado, la casi ubicua representación de los vikingos como gigantes barbudos, brutales y con cascos cornudos, que merodeaban inmisericordemente entre los asentamientos del norte de Europa está basada en una abundante producción histórica prejuiciada, escrita por aquellos en el lado receptor de las depredaciones vikingas, y buena parte de la imagen popular de los vikingos es un resultado de la imaginación romántica de novelistas y artistas. Por ejemplo, no hay evidencia histórica ni arqueológica de que los nórdicos, típicamente pelirrojos y pecosos, entraran en batalla usando un casco metálico decorado con cuernos. Este casco fue el invento del pintor e ilustrador sueco Johan August Malmström (1829-1901), y su obra se difundió tan ampliamente en libros populares, que la imagen quedó fijada en el imaginario colectivo. Hoy, el estereotípico casco vikingo es un accesorio de vestuario casi obligatorio en producciones de la ópera de Wagner, Der Ring des Nibelungen, que no se trata de vikingos en absoluto. Parece que el casco cornudo evolucionó desde una reinterpretación imaginaria de imágenes vikingas genuinas de un casco alado que quizás usaban los sacerdotes en ceremonias religiosas vikingas.