Desde el siglo pasado la Victimología ha venido ocupando paulatinamente el centro de atención en todo foro donde se debate sobre la lógica del episodio criminal. Los primeros cuestionamientos siempre devienen sobre la base del lugar que debe ocupar la víctima, ahora en su nueva dimensión sociológica, en el análisis sobre la creciente crisis del Derecho Penal, la presencia de un Derecho Penal cada vez más simbólico y la propia crisis de la pena privativa de libertad. El carácter activo y crítico que ha tomado la doctrina victimológica en los últimos años con respecto a ese mismo Derecho Penal, la esencia clasista cada vez más marcada, evidente y arbitraria del Derecho Penal, la generalización de una conciencia social de victimización impulsada por desigualdades sociales cada vez mayores, exclusión social, terrorismo y conflictos bélicos, entre otros factores; así como la deficiente respuesta estatal a las diversas víctimas (por cierto cada vez más multiplicadas) ha provocado que los especialistas busquen en las propias razones lógicas y filosóficas del delito la partículosis del conflicto social que lo genera. Ello, por supuesto, está mucho más allá de la frontera del propio Derecho Penal porque se encuentra solamente en los fundamentos sociológicos del Derecho mismo y la lógica jurídica. Entonces, indagando en lo más profundo de la esencia jurídico-sociológica del delito nos volvemos a reencontrar con el protagonista olvidado: la víctima. Solo así podemos comprender después de un arduo análisis que la doctrina del Derecho Penal y la propia teoría del delito no tienen otra razón de ser que la protección de una víctima incierta y en constante riesgo que puede ser cualquier individuo de la sociedad. Así se inicia entonces el planteamiento necesario sobre si la crisis del Derecho Penal moderno a la que muchos se refieren se debe esencialmente también a la falta de concatenación de la doctrina sobre la víctima en la explicación lógica de la teoría del delito. Las prisiones hoy no reducan eficientemente, los procesos penales son cada vez más dilatados y no resuelven el conflicto social que los fundamenta, la criminalización de las relaciones sociales propias del ejercicio de las libertades humanas fundamentales marcan la arbitrariedad y esencia clasista del Derecho Penal y todo ello sin contar la insuficiencia en lo que respecta al restablecimiento de los derechos de la víctima y la seguridad ciudadana en general. Entonces, solamente en la elaboración de una teoría victimológica más acabada y concatenada a la doctrina penal y criminológica está el salto dialéctico que necesitan las ciencias penales para poder satisfacer las necesidades y nuevos retos que plantean las sociedades actuales cada vez más complejas. Pero la nueva teoría victimológica debe ir más allá de comprender a la víctima como sujeto pasivo del crimen. Se requiere entonces comprender que el concepto de suceso victimológico desborda al de delito mismo y se manifiesta en otros tipos de relaciones sociales. Igualmente sucede con el concepto de victimario y delincuente, inclusive con el de víctima tradicional comprendida en los marcos del Derecho Penal y la Criminología respecto a la víctima que obedece a una concepción expansivista. En la presente obra se pretende romper esa inercia doctrinal que ha dado lugar a un partidismo científico que parece interminable.Para ello se exponen los elementos filosóficos y sociológicos necesarios para lograr el salto dialéctico de la doctrina victimológica aún en proceso de liberación del enclaustramiento teórico al que lo ha sometido la Criminología.Desde nuestra modesta experticia se exponen entonces los elementos básicos desde una mirada expansivista diferente y lógica del conflicto victimológico y su doctrina. en la obra el autor expone 7 leyes y teorías victimológicas de gran valor que permiten explicar la dinámica del suceso victimológico en