Más que nunca, en los tiempos actuales, postcovid o pre covid, según como se mire, se hace necesario aprender a redefinir el triunfo, a diseñar estrategias que nos permitan lograr nuestras metas, inventarlas o reencuadrarlas... Las 'crisis' vita-espirituales son oportunidades para limpiar, renovar, cambiar, modificar... aquello que ya no funciona, ha quedado obsoleto o se ha demostrado dañino para alguno de los niveles de nuestro ser y vida. Y, desde ese nuevo 'estado', edificar, construir, sentar las bases de nuestra nueva y mejorada realidad. El triunfo, como cualquier concepto, en esta vida debe ser redefinido, adaptado a las características propias de la singularidad de cada uno de nosotros así como a las circunstancias particulares que concurren. Cuántas personas se duelen y lamentan acerca de cómo se les escapa el éxito de entre las manos, como si fuese agua o aire que no se pudiese agarrar por fuerte que se aprieten las manos. ¿Acaso el éxito es sólo para unos pocos? Mi abuela sostenía que "la suerte era para quién la encontraba no para quien la buscaba". Cierto. Excepto que, para que la suerte nos encuentre, debemos salir a su encuentro. No basta con ser inteligente. Ante todo, hay que estar dispuesto a luchar por los sueños y a batallar por las metas propias. Sin lucha, sin esfuerzo, sin perseverancia... no hay manera de lograr hacer realidad los sueños que nos proponemos. Aun así, nos estrellamos más de una, y más de dos veces, contra el muro del fracaso antes de lograr lo que ambicionamos. No hay que quedarse atrapado en los fracasos, ni tomárselos como una 'certificación de incompetencia'. Los fracasos tan solo son información y, como tal hay que abordarlos. Suele ser muy productivo (proporciona buenos 'dividendos') cambiar la perspectiva, la forma de analizar un problema o tema. La solución no siempre se ve desde el lugar donde estamos. Dicho cambio de perspectiva, a veces, facilita mucho las cosas.Luchar por uno mismo, por sus sueños no sólo es un derecho, es una responsabilidad que tenemos para con nosotros mismos, nuestra alma y la mejoría del mundo. Ya que sin soñadores, sin atrevidos, sin singulares... la Vida se quedaría estancada, y eso sería imperdonable. Ahora más que nunca, este momento de OPORTUNIDAD, que no de crisis, mundial es una gran oportunidad para eliminar lo malo, lo que no funciona y darle una oportunidad a la esperanza, a la osadía, a la luz que brilla en el corazón de cada persona. Debes dejar salir esa luz, asombrar al mundo con tu singularidad. TE LO MERECES. NO HAY MEJOR TRIUNFO QUE EL SER UNO MISMO Y COMPARTIR ESA SINGULARIDAD CON LOS DEMÁS.