A principios del siglo XX se ha producido una revolución profunda dentro del ámbito de la física y cosmología que ha hecho replantear el paradigma prevalente de la ciencia oficial, basada en el materialismo, mecanicismo y racionalismo. Una revolución de tan hondo calado que nos ha hecho cuestionar algunas de la teorías aceptadas por la física clásica, abriendo paso a nuevas, estimulantes y extraordinarias teorías que hasta la fecha tienen su resonancia en el mundo actual, sobre todo a la hora de entender la realidad. Los fundadores de la física cuántica tienen en gran medida su culpa. La física clásica entendía el Universo como una gran máquina preprogramada que obedecía leyes deterministas y mecanicistas. Su origen fue debido a una Gran Explosión o Big Bang hace 13.800 millones de años. Es lo que los científicos conocen como la Singularidad Inicial del Cosmos. En este cosmovisión, todo surgió y evolució a través de leyes ciegas, erráticas y azarosas hasta llega al ser humano, considerado el último eslabón en la cadena evolutiva de las especies neodarwinista, fruto de leyes o mecanismos de selección natural. El ser humano vivía en un Universo "aséptico" ajeno a cualquier tipo de emoción, cuyo destino final, como "máquina" sin alma, era la muerte, la nada, la oscuridad, el vacío y el olvido final. Esto tiene su base en la física clásica y biología evolutiva darwinista en el cual la especie humana no es más que el resultado de un lenta evolución surgida por azar de la materia inerte o inorgánica. Esta filosofía científica ha llegado de manera agudizada hasta nuestros días. Sin embargo, paralelamente, la revolución de la física moderna nos ha hecho replantear los fundamentos metafísicos de la ciencia convencional. Surgió una generación de prestigiosos, eminentes y brillantes cientificos (Albert Einstein, Niels Börh, Max Planck, Huge Everett, Wolfgang Pauli, David Bohm, Erwin Schrödinger, Werner Heisenberg, Kurt Gödel, et al.) que movidos por un espíritu emprendedor y visionario, han postulado teorías que han hecho reformular nuestros esquemas mentales cartesiono-científicas, sobre nuestra concepción sobre la realidad, especialmente en aspectos tan importantes como espacio, el tiempo, la matería y la energía. Surgió la mecánica cuántica, en oposición a la mecánica clasica, que presenta un mundo de las partículas subatómicas que roza lo "mágico". Una partícula podía estar en dos o más sitios a la vez. No solo eso, podía viajar a otros universos paralelos. La conciencia humana influye en el comportamiento de la materia y la energía, sobre todo en el colapso de función dinámica de onda-partícula. Esto se ha comprobado en varios experimentos científicos, como el de doble rendija de Thomas Young, del gato de Schrödinger, el experimento de Aspect, etc. Aparte de los Universos Paralelos, otras teorías, como el Principio Holografíco y Realidad Simulada (Matrix Holográfica), la teoría del biocentrismo, la teoría cuántica de la consciencia, la teoría de la sincronicidad, la teoría de supercuerdas, etc. han revolucionado el pensamiento científico. Estas revolucionarias teorías plantean una visión del mundo y de nuestro papel en él muy divergente al definido por la ciencia tradicional. En este sentido, una de las cuestiones centrales en este nuevo paradigma científico emergente desde el campo de la ciencias físicas, así como desde otras ciencias (cosmología, biología, neurociencia, psicología, tanatociencia, parapsicología, etc.) el ser humano tendría un potencial ilimitado. Es más, el ser humano sería inmortal. La consciencia humana sería o es una propiedad básica, fundamental, irreductible e intrínseca que rige el mundo cuántico del Universo. Ante esto, su origen, desarrollo, evolución y destino está preprogramado por una Protoconciencia Inteligente Metacósmica. Los nuevos descubrimientos en fenómenos, como entrelazamiento cuántico y d