El poemario Surcos es una obra que profundiza en los sentimientos de rencor y desolación que surgen de una persecución implacable, ya sea física, emocional o espiritual. Cada poema actúa como una cicatriz en el alma, marcando el dolor sufrido. A través de metáforas agrarias, como los surcos labrados en la tierra, el autor traza un paralelismo entre el terreno árido y la vida de un individuo perseguido, cuyas heridas internas se profundizan con cada paso obligado por una amenaza constante.
En cuanto a las temáticas y el estilo, la obra destaca la persecución como un ciclo eterno, donde la víctima siente que no hay escape posible. Los versos largos y densos transmiten el peso del tiempo y el agotamiento de quien huye, pero nunca encuentra refugio. Este agotamiento perpetúa la sensación de que la persecución no tiene fin, atrapando tanto al protagonista como al lector en su ritmo sofocante.
La tierra, en este poemario, es un símbolo recurrente del rencor. Los "surcos" que dan título a la obra no solo representan las heridas del alma, sino también los caminos de huida que el protagonista es forzado a trazar. En lugar de nutrir, la tierra se convierte en un reflejo del odio y el resentimiento acumulados, convirtiéndose en un símbolo poderoso del dolor interior.
El silencio también juega un papel clave en los poemas, siendo el único compañero constante del protagonista. A lo largo de la obra, el silencio y la soledad dominan, con el eco del viento entre campos vacíos como único testigo de la persecución, acentuando una atmósfera de desesperanza y vacío.
Entre las imágenes recurrentes del poemario, destacan los surcos, que simbolizan las heridas que se abren en el alma y nunca cicatrizan. El viento aparece como un símbolo de la impersonalidad y la indiferencia de la naturaleza ante el sufrimiento humano. El horizonte lejano es una imagen constante pero inalcanzable, reflejando el anhelo de libertad que nunca se logra. Finalmente, las huellas en la tierra representan recuerdos imborrables del dolor y la huida, marcando el rastro de la experiencia traumática.
Surcos no busca la reconciliación ni la redención, sino que ahonda en las profundidades del resentimiento generado por la persecución. La poesía es cruda y honesta, desprovista de adornos innecesarios, como si el lector recorriera los mismos caminos polvorientos que el autor describe. Cada poema deja una huella, como un surco, en quien lo lee, profundizando el impacto emocional de la obra.