Nunca pedí tenerla, pero ahora es mía, hasta que suplique piedad.
Soy el perfecto polvo de una noche.
El macho que todos desean, pero el novio que ninguna quiere.
El mejor polvo de sus vidas...
... a manos de un dominante musculado y con experiencia.
Material para follar duro y desechar a la mañana siguiente.
Salvo para las sumisas.
Para ellas soy el amo perfecto.
El señor con el que sueñan.
El dueño que siempre han querido.
Y entonces Elena, mi mayor fantasía, llamó a mi puerta.
Una preciosidad angelical.
18 años recién cumplidos.
Inocente. Pura. Virgen.
Magullada. Hambrienta. Necesitada.
Vivo en medio de la nada.
Donde nadie puede oírla gemir.
Donde nadie escuchará sus gritos.
Donde no puede escapar.
Y necesita mi ayuda.
Le ofrecí comida y una cama.
Aquella chiquilla había pasado por un infierno.
Y había acabado a mis pies.
Yo podía ofrecerla la vida que siempre ha deseado.
Pero a cambio, tenía que rendirse a mí.
Ella lo sabía.
Y en el fondo, deseaba ser mi sumisa.
Mi z*rra. Mi p*ta. Mi esclava.
Hora de hacer sus sueños realidad.