About the Book
Enviando un S.O.S.
Todos sabemos qué hacer si nos quedamos varados en una isla en medio del océano; poner un mensaje en una botella y lanzarlo al mar. Luego, empezar a rezar. La acción es lo primero, porque tenemos que hacer todo lo posible antes de pedir ayuda.
Mónica y yo hemos participado en un servicio que nos ha hecho pensar en esta estrategia.
En el viejo escenario, el que necesita ayuda lanza un mensaje. Nosotros, en cambio, enviamos una oferta de ayuda, en la esperanza de que llegue a alguna orilla lejana, a tiempo de servir a una persona que pueda beneficiarse de ella.
La ayuda llega de muchas formas; puede alcanzar, incluso a alguien que nunca habría pensado en buscarla. En otras ocasiones, puede ser tan simple como provocar una sonrisa de bienvenida. Dime que nunca has necesitado eso. Y aún en otras, llega justo cuando el dilema de un amigo que está en tu mente, refuerza tu idea de cómo ayudar.
De vez en cuando, recibimos un correo electrónico de un lector de Seedlings, en el que nos cuenta cómo una historia ha llegado de forma oportuna a su vida, coincidiendo con un problema mayor que estaba tratando. Nosotros, los seres humanos estamos en una posición clave para ser conductos materiales de asistencia espiritual.
¿Coincidencia? No hay coincidencias. Dios trabaja de forma misteriosa, crea o aprovecha cualquier cosa que pueda ayudar a uno de sus hijos. Innumerables huestes celestiales giran a nuestro alrededor, unas veces plantando semillas en nuestras mentes, las cuales, un día fructificarán en otra vida; otras, cosechando ese fruto para compartirlo con alguien, al que el agricultor nunca vio. El acto es nuestro, las consecuencias son de Dios. Y los pequeños actos pueden tener enormes impactos
Estar atento al servicio. Ese es el motor de una vida impulsada por el espíritu. Lo que Mónica y yo ofrecemos es un servicio más. Si es útil, maravilloso. Si no lo es, no se ha perdido nada; y ¿quién sabe lo que puede deparar el futuro? Eres libre de usarlo un día o no, si llegas a necesitarlo.
Te rogamos que te unas a este servicio. Por favor, difunde ampliamente cualquier historia que te conmueva; puede haber alguien, en algún lugar, que la encuentre a través de un amigo, en un tablero de anuncios, en un folleto de iglesia o en un periódico local. Puede que cubra una necesidad en la vida de alguien. Y, por supuesto, una vez que estas historias salen del jardín, dejan su nido; no pertenecen a nadie, son libres para ser traducidas, transformadas, reformuladas, citadas... usa tu imaginación. Sé que lo haremos.
Las oportunidades espirituales nos rodean.