"Aborda el tren de Tokio a Kioto, piensa como estas dos palabras casi forman un palíndromo. En este viaje donde la falta de comunicación y el silencio de una cultura zen la invitan a refugiarse en sus pensamientos, ocurren toda clase de ideas: es una pausa en su vida para volver a comenzar. Su corazón estaba ausente, desde hace dos meses. La ultima desilusión la había dejado como un zombi. No es que hubiera dolor, era que no había ya ganas de nada, ni de intentar de nuevo, ni esperanza, ni chispa. Francamente le costaba trabajo escuchar sus propios latidos. Tal vez esto es un nuevo tipo de muerte, vivir la vida sin estar presente, sin experimentar nada, solo vacío. Sus compañeros de viaje en este pequeño trayecto de tren son dos españoles y una mujer de Republica Dominicana que tiene un chi muy vivo en los ojos, le brillan como dos estrellas. Los cuatro hablan, sobre como la cultura japonesa parece sembrar una conciencia colectiva de paz. Lo cierto es que nunca se había sentido tan acompañada en un viaje que hiciera sola. Antes de llegar a Japón, en la sala de espera en San Diego, vio un libro abandonado que llamo su atención. Espero largo rato, observando la portada, y también dando tiempo por si algún viajero descuidado lo hubiera olvidado. Pasaron dos horas y nadie volvió. Se acerco a el como una curiosa niña se acerca a algún tesoro que esta a punto de descubrir. Desde las primeras líneas, la historia la envolvió, haciendo escurrir cada lágrima que había guardado. Pensó, que absurdo era que encontrase este regalo en un aeropuerto, justo algo que ella tenía la costumbre de hacer: dejar novelas para otros viajeros con algún mensaje escrito que significara un consuelo. Especialmente encontrarse con este, que tenia anotaciones y párrafos subrayados, parecía serendipia. Sintió estar leyendo estas líneas con alguien, con quién sentía una conexión inexplicable Tanto la historia como los comentarios del lector, la hicieron despertar del sopor en el que estaba sumida. Ahora en este vagón, lee las ultimas paginas, teme la despedida, este objeto ha sido su fiel compañero durante este viaje, le dio una chispa inesperada. Pero mas que cualquier otro, sabe que este libro no le pertenece, tiene que dejarlo ir, seguir su destino. Escribe un mensaje antes de despedirse, como es su costumbre dejar misivas tipo botellas echadas al mar. La española a su lado le pregunta sobre el libro y en vez de dejarlo a su suerte, se lo regala. El libro quedo en manos de la española. Ingrid a la edad de 62 años, lo encuentra sumamente molesto, acababa de terminar una relación de 20 años con el que creyó era el amor de su vida. Le remueve sentimientos enterrados, una rabia que estaba dormida como fiera. Quiere arrancar estas páginas que la hunden en el infierno, del cual quería escapar. Durante su estancia en Japón acude a un retiro espiritual, con la intención de adquirir mayor conciencia, recuperar su identidad y libertad. Pero sólo encuentra desesperación y ansiedad. También esto es un despertar espiritual, le dice Juan, un chico que tiene un alma vieja y parece un monje hípster con su apariencia desgarbada. Ingrid agradece que finalmente puede atravesar el dolor que había estado evitando, como si tuviera que cruzar un puente de piedras calientes descalza y poder ver una fina arena al otro lado. Conmovida se lo obsequia a Juan, quien va rumbo a Perú para recorrer el camino de Salkantay. Juan lo lee mas que por interés, por no tener nada mejor que hacer, su avión este retrasado y tendrá que esperar más de cuatro horas.". Así inicia una de las pequeñas historias de este libro. Relatos sobre las coincidencias de la vida, el hilo rojo de la existencia, encuentros mágicos que solo pueden ocurrir a través de los viajes. Desde los encuentros con la naturaleza, la presencia interna o la niña interior, serendipia, kismet o hasta los encuentros con las almas gemelas perdidas, que siem