Excerpt from Revista de la Facultad de Letras y Ciencias, 1906, Vol. 2

En la segunda etapa, que puede asegurarse que empez� a des puntar desde los primeros albores de la actividad jur�dica de este hombre, hay ya algo concreto, algo ajeno, por completo, a los m� todos de la escuela hist�rica, y que, de aceptarse, le hiere con sus golpes en medio del coraz�n.

Tengo para mi, que no dirig10 Ihering, al principio, sus ataques, contra las l�neas fundamentales de la escuela hist�rica, de la que no pod�an separarlo, de una manera total, sus puntos de vista in dependientes y originales, y que, por tanto, lo que fu� blanco de su cr�tica fu� la forma concreta en que, a la saz�n, organizaba aquella escuela sus trabajos. Cierto es que, como todos sabemos, lo que �sta se propon�a, no era otra cosa que una generalizaci�n de los conoc� mientos hist�ricos que, en el proceso de la vida j ur�dica, se hab�an desarrollado, agreg�ndose �. Esto la afirmaci�n categ�rica, conscien te, de que es �ste, �nica y exclusivamente, el m�todo adecuado de toda consideraci�n filos�fica en materia de ciencia jur�dica. Buscar principios - dec�a Dahn - es s�lo posible por medio de la investiga ci�n emp�rica del derecho hist�rico. Lo que caracteriza, por tanto, el m�todo de esta escuela, es la tarea de formular, en t�rminos de la mayor universalidad posible, las causas materiales de toda crea ci�n jur�dica, descansando, para ello, sobre la base de aquella gene ralizaci�n, a que antes me he referido, y que s�lo establece la es cuela hist�rica por medio de la investigaci�n de los hechos actuales de la Historia. Tengo tambi�n para mi, que, desde este punto de vista que acabamos de referir, es completa la unidad de criterio en todos los que se consagran al cultivo de este estudio, y aun me figuro que hasta los propios impugnadores de aquella escuela, lo hacen tan s�lo desde el punto de vista de sus descubrimientos, de sus resultados, de la calidad de los hechos que toman como pun to de partida, y que, a veces, no son esenciales y los confunde aquella escuela con los que pudi�ramos llamar accidentales; pero, aparte de este punto de inconformidad y disidencia, los m�s est�n de acuerdo en la exactitud de los t�rminos en que la escuela histo rica ha planteado el problema del derecho, y en que ha tambi�n trazado las l�neas de sus m�todos de trabajo.

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