About the Book
La villa de Oruro, en el Alto Perú, se rebeló gracias a la coyuntura general que impulsó a las masas indígenas a luchar contra la opresión colonial en 1780, contado con relaciones socio-económicas y políticas originales. Desde 1739 hasta 1781 vivió frecuentes disputas entre bandos enfrentados de criollos, entre sí y con los europeos. Un grupo de criollos mineros, hacendados, comerciantes y artesanos, se enfrentaría -gracias al monopolio de los principales cargos del cabildo- al poder del corregidor y los comerciantes peninsulares que los financiaban. De ahí que la gran crisis minera de la región (producto de baja productividad por retraso tecnológico, escasez de herramientas para las minas, escasez de azogue para beneficiar la plata, agravamiento de impuestos y trabas a la explotación) se vio coronada por el endeudamiento y quiebra de los mineros criollos, constituyéndose en la causa principal de la sublevación de 1781.El levantamiento orureño no estuvo determinado directamente por el repartimiento mercantil, el tributo, la mita o la extensión de esas cargas a mestizos y criollos. En Oruro fue elaborada una justificación ideológica, según la cual los chapetones planeaban asesinar a los criollos y los cholos, razón por la cual éstos debieron defenderse. Puede diferenciarse al menos tres versiones correspondientes a los principales estamentos enfrentados en esta disputa, cada uno de los cuales elaboraron sus propios argumentos para justificarse.Los españoles consideraron que a pesar de su benevolencia en habilitaciones y préstamos, se les pagó con traición, por cuanto el odio y la ambición reinantes habían conducido a la alianza de los criollos y la plebe mestiza (cholos) con los rebeldes tupamaristas.Los criollos no sólo se sintieron víctimas de un complot chapetón, sino que alegaron haber sido empujados por los indios rebeldes a la adopción de comportamientos indeseables; se mostraron como depositarios de la legalidad y el orden frente a la anarquía reinante, disputando los caudales de las Cajas Reales y los robados, a los indios y la plebe mestiza, tratando de demostrar que su fidelidad a la corona española nunca había flaqueado.Los indios se sintieron víctimas de los criollos, porque primero los habían convocado para asesinar chapetones, y luego los habían arrojado sin miramientos de Oruro. Entonces, cercaron la villa e intentaron asolarla, mientras la radicalización revolucionaria del alzamiento los hacía rebasar las consignas tupamaristas, intentando repartir haciendas, minas e ingenios de criollos y españoles entre las comunidades campesinas. Al ser vencidos por los criollos, tuvieron que capitular frente a su hegemonía.Tan compleja situación podría explicarse como una disputa por dirigir la alianza que había enfrentado en primer término a los chapetones, masacrándolos. Al compás de una relación de fuerzas favorable, los indios enfrentaron la dirección criolla, imponiéndoles algunos comportamientos por su superioridad numérica, aunque fracasando posteriormente ante la capacidad criolla de reafirmar su rol dirigente. Derrotados por los criollos, capitularon ante ellos, con la certeza de encontrar un trato más benévolo que frente a los despiadados españoles.La originalidad de una sublevación encabezada por criollos, cuando en casi todas partes se plegaron en apoyo al status quo colonial, condujo a la corona española a mantener con vida aunque encarcelados en condiciones sumamente penosas, a los sindicados como principales cabecillas. El largo y estéril juicio proseguido en Buenos Aires, capital del Virreinato del Río de la Plata, no arrojó mayores luces para España; sólo locura, enfermedades, padecimientos y muerte para sus protagonistas.La influencia que esos sucesos produjo en la conciencia de los revolucionarios rioplatenses de 1810 es incierta. Es destacable que se los menciona como mártires de la opresión colonial y patriotas., aunque todavía debían mad
About the Author: Nació en La Falda, Córdoba, Argentina. Posee título de Licenciado en Historia otorgado por la Universidad Nacional de Córdoba. En 1980 se radicó en Buenos Aires, siendo becado por la Manzana de las Luces en investigación histórica. Luego desarrolló investigación independiente publicando numerosas investigaciones cortas. Sobre la rebelión de Oruro publicó "Crimen y castigo en el virreinato. La sublevación de Oruro de 1781 y su terrible represión," Todo es Historia, N° 196, Bs. As., setiembre de 1983;y en Todo es Historia, N° 297, Bs. As., marzo de 1992; "Cuando la Manzana de las Luces fue cárcel," Historia, N° 72, Bs. As., diciembre 1998-febrero 1999; presentó una ponencia en el "Primer Congreso Internacional de Etnohistoria," Buenos Aires, 1989; publicó en España ("La rebelión criolla de la Villa de Oruro. Principales causas y perspectivas," Anuario de Estudios Americanos, tomo LII, N° 1, Sevilla, 1995); hizo una visita a la ciudad de Oruro, Bolivia, brindando conferencia en la Alcaldía Municipal sobre "Los reos de Oruro y su cárcel en Buenos Aires," culminando con el libro "La rebelión criolla de Oruro fue juzgada en Buenos Aires (1781-1801)" publicado por Ediciones del Boulevard, Córdoba, octubre de 2011.