¿Qué diablos hago aquí?
Soy un libro abierto, una sinfonía en progreso, que como a todos nos toca, ama, decepciona, ríe, llora, se cae, se levan-ta, se enferma, se sana, que triunfa, pero también se cansa, que escribe para sonreir y borra para poder seguir.
Escribir con miedo a las palabras: "no lograrás nada", "estás perdiendo el tiempo", "eso no da dinero", "nosotros trabajamos, no escribimos", "eres un perdedor"; y así una larga lista de letanías que desde una temprana edad intentaron acabar con mis sueños.
Nunca les hice caso, solo quería salvarme, perderme en un mundo donde todo es posible, sumergirme en los versos que sudaban mis entrañas, contar las veinte vidas que puedo vivir en mis letras, en canciones, entre poemas, o sencillamente escritos. Gritar en silencio, y que alguien me escuche al leer.
Quizás si, hoy si, sea un buen día, en medio de alguna palabra que encuentres aquí, que te haga decir a ese loco le pasó lo mismo que a mí.
Tomé prestadas sus fotos, sus playas, las locaciones bellas, de cada país, tomé con ustedes su vino y bebimos café. Desnudé las miradas, dibujé las líneas de las siluetas y espaldas sedientas de los amores prohibidos, o los permitidos. Erotomanía de letras desiquilibrando toda su moral.
También hay dolor, mucho dolor, enervar corazones que buscan el amor verdadero, ausencia de caricias, besos fríos y muchos sueños.
En medio de una cama casi muriendo, no había mucho por decir, pero, al cerrar mis ojos, entonces escribí.