Abrazar las palabras como si no existiera otra cosa en el mundo, como si de un potente salvavidas se tratasen y me hicieran flotar con tan solo contemplarlas.

AMAR al AMOR con desenfreno y siempre en mayúsculas. Balancearme en cada línea que destilo, como si el poema pudiera hacerme sentir ebrio con el paso de las horas. Porque sí, lo consigue... Vivo mareado y preso en un naufragio de olas injustas que me impiden llegar a buen puerto.

Y no puedo parar...

Cuando llega una tormenta, justo antes de aspirar su perfume o verla acercarse por el horizonte, preparo mi pluma y me dejo fluir; permito a los vientos de las musas que me arrastren a través de un océano de letras desordenadas. Y justo ahí, me desmayo sobre el folio en blanco, y abro mi corazón en canal para que sea traspasado por las corrientes marinas que contienen todos los significados.

En ocasiones tiendo mis redes en espera de una buena recogida, pero no siempre acuden a mí las letras idóneas. No siempre están ahí para darme lo que ansío. Cada día lo intento con la esperanza de reunir cientos de ellas para componerte; lanzo mis redes al mar con una mirada confiada y serena, que sé que me permitirá llegar a cerrar cada capítulo de esta historia algún día.

Después, espero con calma, dejando pasar el tiempo traicionero sin burlarme... Porque siento que todo es posible y que lo que se espera con devoción, más tarde o más temprano, llega.

Un sueño conseguido después de tantas sacudidas se vislumbra al instante. Ahora sí, pude reunirlas en una misma obra. Pude parar a respirar un poco de aire entre tanta agua, y contradictoriamente, tan poco oxígeno.

Pude por fin soltar mi pluma para tan solo flotar ligero sobre las olas, sin oponer resistencia. Y leerte, leerte cada verso de esta melodía que, como si fuera una oración interminable, acudía a mis labios una y otra vez después de cada devastadora tormenta. Mis desvelos se han materializado por fin, ahora sostienes entre tus manos el ejemplo.

Quizá tan solo esa sea la función de un poeta, y no otra: existir para amar y nadar, y para tejer palabras con emociones, bordar letra con letra, crear un universo completo únicamente para poder describirlo y hacer telas etéreas e intensamente verbales... ¿Para qué? Para izar las velas, navegar... y dejarse caer en mar abierto hasta que el océano le sumerja y lance de nuevo hasta otra orilla...