Con mucho respeto y dedicación nos introducimos en el mundo de lo invisible, un mundo desconocido pero que existe y vive latente entre nosotros. Aquí, en estas líneas, veremos hasta dónde puede llegar un ser humano con su ceguera, ego, intolerancia y envidia, para luego tener que arrepentirse en muchos casos, ya demasiado tarde, cuando las consecuencias serían irreparables. La vida misma, con su vastísimo conocimiento y abundancia de recursos, nos presenta muchas oportunidades, pero debido a ese ego, ceguera e intolerancia antes mencionados, las dejamos pasar inadvertidas y no alcanzamos a ver dónde, cuándo y cómo tendríamos que actuar.
En estas líneas encontraremos, como un padre de familia obsesionado por no encontrar trabajo para mantener su hogar, se vuelca al alcohol, lo cual resulta en un estrés incontrolable. La ceguera y su mal carácter lo llevan hacia una actitud irracional que lo conduce por un camino completamente equivocado, el cual, irremediablemente y poco a poco, lo sitúa frente a uno de los momentos más difíciles a los que un padre jamás pudiera estar preparado. Su pequeño hijo de tan solo ocho años trata de hacerle ver lo equivocado que estaba, pero de nuevo aquí, la ceguera, la intolerancia y el ego desmedido juegan un papel primordial, algo que más tarde provocaría la tragedia.
La siguiente historia nos muestra a una mujer que, sin darse cuenta y también por intolerancia, ceguera y ego, sucumbe y se proyecta quizás a un sueño, quizás a su propia realidad o tal vez cruza el umbral hacia lo invisible. Algo que nos podría suceder a cualquiera de nosotros, donde se le abre un mundo mágico para tratar de hacerla ver lo equivocada que vivía. En este relato, hay varios personajes del mundo real y del mundo invisible que tratan sutilmente de hacerla reaccionar, pero ella no lo acepta, desatándose una serie de acontecimientos que ella nunca pensó que le sucedieran.
Aquí en esta historia se mezclan nuevamente todos los mundos que nos rodean: el que vemos, el que sentimos, pero también aquel otro, el del más allá, el desconocido.
En este próximo y no menos extraordinario capítulo, la verdad surge limpia como una gota de lluvia. En este relato, encontraremos a un niño que tiene que pasar por el doloroso hecho de perder a su padre, al padre que él amaba con todo su corazón. Los horrores de la guerra se lo arrebatan y los adultos no supieron cómo comunicarle esa noticia a su mente infantil. Él culpa a Dios por su pérdida, crece y se hace hombre, pero continúa, a través de los años, y erróneamente sin querer admitir lo equivocado que vivió. Su madre, su abuelo y su tía hacen todos los esfuerzos posibles por hacerlo reaccionar, pero él no lo acepta, provocando que su vida se vea envuelta en una serie de sucesos y acontecimientos muy dolorosos, algunos reales y otros del mundo desconocido. Estos, con un golpe certero, lo hacen saltar de su ignorancia para ver su realidad frente a frente.
Estas tres cortas historias reflejan lo que nos podría suceder en la vida real cuando nos negamos a buscar a Dios en cualquier situación en la que nos encontremos. Es cierto que el amor, la fe, la tolerancia, el respeto y la empatía siempre nos llevarán por el camino correcto.
Hay cuatro cosas que podemos enumerar aquí, las cuales harían que el hombre pierda todo ápice de valores y se convierta en un monstruo: la envidia, el ego, la avaricia y la intolerancia. En estas líneas, el lector encontrará muchas sorpresas y una lectura intrigante, pero apta para todo público.
Quizás aprendamos algo, quizás nuestro corazón dé un vuelco y recapacitemos sobre algo que nos haya sucedido antes. Quizá Dios toque nuestros corazones y una nueva luz llegue a nuestras almas.