El Dr. Oliver Sacks sabe hacer natural, casi cotidiano, lo que es sobrenatural, lo que aún está inexplicado, aquellos extraños casos de pacientes con disfunciones neurológicas tan sorprendentes que consiguen molestarnos, sacudir nuestra cuadriculada vida, y que quisiéramos despachar rápidamente catalogándolas de "catástrofes", de "rarezas" de circo. Sin embargo, el doctor nos muestra como las personas ocultas tras tales casos consiguen remontar su vuelo más allá de lo biológico para derribar los prejuicios de quienes ya los dábamos por desahuciados. Este gran divulgador consigue, por su aproximación humana, de profunda empatía hacia el paciente, convertir cada disfunción en un aspecto casi puramente circunstancial, tal como la región donde nacemos o idioma que aprendemos.
La pregunta inevitable termina siendo: ¿acaso no lo es?
Esta colección de relatos fue gestada bajo la influencia de sus reflexiones, líneas alimentadas por esos fabulosos casos que ha tratado y que ponen en evidencia nuestro limitado raciocinio, que nos provocan vértigo al intuir lo insondable de nuestra mente, de aquello inaprensible para nuestra lógica.
"Desconozco el origen de los tics, ni lo que representan exactamente. Me gusta entenderlos como nuestras reacciones subconscientes, precisamente por ello las más íntimas, ante situaciones que se escapan a nuestro control." [El Coleccionista de Tics]
"Acerco mi rostro al espejo. Me miro fijamente a los ojos. ¡Nada! No experimento absolutamente nada. Recuerdo haber leído el testimonio de gente que sentía una especie de vértigo, miedo e incluso terror cuando repasaba su propio rostro durante bastante tiempo." [El Caso de la mujer incapaz de reconocerse en el espejo]
"Gorja no parece haber cambiado. Disfruta esperando los días de insoportable lluvia para gastarse una fortuna en teléfono solicitando toneladas de comida a domicilio. El goce consiste en imaginarse, y constatar, que en no pocas ocasiones los motoristas portadores de un pedido son blanco fácil de aparatosos accidentes." [Tebeos]
About the Author: Fui esclavizado al oeste de El Aaiún con cinco años, pero mi labia me permitió conquistar el favor del negrero bereber que pretendía vejarme, que pronto prefirió verme lejos, aunque fuera a lomos de su Mercedes SLS. Abducido por seres de otra galaxia, escupido de su nave por razones ignotas, fui digitalizado sin piedad por un adolescente baneado por su novia, para después enterrarme en el foro LaTribu11. Y allí sigo, buscando la puerta de salida... Quizás sospechen ustedes que esto no tiene por qué ser necesariamente cierto. Si lo prefieren, pueden imaginarme sentado en una cafetería, ocupando una mesa y emborronando servilletas durante interminables horas tras pedirme un café, en ocasiones una Voll Damm, dependiendo del (momento del día) estado de ánimo. Una imagen más bien aburrida, francamente aséptica. Se me antoja que menos real.