tecnología avanza en un año más que en cien anteriores, la aceptación hacia los médiums es mayor que antes, aunque para muchos se trata solamente de tolerancia legal y social, no de creencia en sus facultades. Pero los conceptos erróneos sobre ellos todavía existen, tanto como las dudas y la confusión. Se ha dicho que la obediencia no ocasiona creación, innovación o inventiva, y ese pensamiento nos sirve para tratar de explorar nuevas cosas de este mundo y del Más Allá. Para lograrlo es importante que la experiencia sea individual (que no esté basada en otras personas), que sea explorativa (hay que buscar donde a nadie se le ocurriría hacerlo), y descubrir las maravillas que están puestas allí desde siempre simplemente para que alguien inquieto las descubra. Esencialmente, la terminología define a un médium como aquella persona que, dotada de facultades paranormales, puede actuar como mediadora en la consecución de fenómenos parapsicológicos, entre ellos la comunicación con los espíritus. Pero como siempre ocurre cuando nos referimos al Más Allá o a los fenómenos parapsicológicos, el desprecio y la burla hacia estas personas por parte de los científicos es abrumadora y ninguno de ellos se atrevería a mostrar ni siquiera interés en entrar en este apasionante mundo. Para un científico mostrarse despreciativo con el mundo de los espíritus es un prestigio, más que una insensatez, y esa postura guarda una relación inversa con su interés por averiguar lo que hay de verdad en esta creencia o técnica. Cuanto menos estudia el tema más desprecio siente por ello, como queriendo demostrar a la comunidad científica lo valioso que es su tiempo.Pero un simple repaso a la historia nos demuestra que los mejores médiums fueron precisamente aquellas personas que más trascendencia han aportado a la Humanidad, mucha más que cualquier científico. Me estoy refiriendo a los mediadores entre Dios y los hombres, a los profetas y al mismo Jesús, sin olvidar a Buda, Mahoma, Abraham e Isaías. Todos ellos fueron los mejores médiums y los que con su trabajo y sabiduría han conseguido establecer la necesidad de un intermediario entre la divinidad y las personas. Nuestros médiums actuales, mucho más modestos y tecnificados, solamente nos proporcionan una conexión adecuada entre el mundo de los espíritus y nosotros, que no es poco.