Él en esta hora te dice hija mía te he creado con un propósito, esfuérzate y sé valiente; yo te he elegido a ti porque sé que tú eres capaz de hacerlo; no te preocupes si a veces sientes que no puedes; yo estaré contigo, te capacitaré y te respaldaré. Este libro está escrito para cada mujer valiente que, como yo, anhela un cambio en su vida y es un desafío para que logre alcanzar su máximo potencial con alegría.
Mujer valiente, quiero ser una voz para ti y decirte: ¡sí se puede! Esfuérzate y sé valiente ¡Vamos, que la vida de tus sueños te espera!
Cuando logras comprender que las experiencias de tu pasado influyen en tu vida y que forman parte de un proceso de transformación, te darás cuenta que eres más fuerte de lo que crees.
¡Mujer, esfuérzate y prepárate que estás a punto de experimentar un cambio de 180° en tu vida! Mi mayor deseo es que tomes decisiones para dar pasos a la acción y estas acciones te llevarán a experimentar la libertad espiritual, emocional, física y financiera que tanto has deseado.
Dios te dice en esta hora quiero darte la sabiduría, la fortaleza de mi Espíritu, de mi presencia, de mis promesas, de mis palabras. Sé fuerte, sé valiente, no tengas miedo, no desmayes, la tarea a la que has sido llamada es grande pero Yo estoy contigo. En diversas ocasiones nos preguntamos ¿por qué Dios no nos habla?, Él lo hace a través de diferentes herramientas, incluso en las Escrituras, pues la palabra de Dios es viva y poderosa; penetra entre el alma y el espíritu, dejando al descubierto nuestros pensamientos y deseos más íntimos.
Mujer valiente, observa los diferentes tonos que utiliza Dios para que escuchemos y hagamos:
Es un mandato. Mi mandato es: "¡Sé fuerte y valiente!
Es una reafirmación: Mira que te mando que te esfuerces, y seas valiente.
¿Dudas? ¿no te lo he ordenado yo? ¿no te he mandado que te esfuerces y seas valiente?
Confirmación: Sí, esfuérzate y sé valiente.
Yo soy quien te manda que tengas valor y firmeza.
Te repito: sé fuerte y valiente.
Dios ha hecho un pacto incondicional con nosotras, siendo sus hijas. Él nos prometió que enviaría el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones; no estamos solas. Por tanto, ya no somos siervas ni esclavas, sino hijas y como hijas, también herederas. Él proveerá en todas nuestras necesidades, conforme a sus riquezas.
Y no solo eso, sino que además en Él siempre encontraremos cosas adicionales. Nos dice: te daré a ti y a tu descendencia (hijos, nietos, bisnietos) la heredad. Sin embargo la posesión es condicional: habrá conflictos, batallas, tribulaciones, sufrimientos, intranquilidades, pero tenemos que luchar las batallas, tenemos que pasar por esos procesos de pie, para poder apropiarnos de esas posesiones, con nuestra fe y con obediencia a la palabra de Dios eso determinará nuestra posesión de la tierra prometida. Él nos promete lo mismo que a Moisés Todo lugar que pises con la planta de tus pies será tuyo.
Como mujeres valientes, nos encontramos con nuevos desafíos todos los días de nuestra vida para tomar la tierra prometida, pero no seas como los israelitas, quienes al ver el rio Jordán, se tomaron un reposo; tuvieron temor. Primero se tomaron unas vacaciones antes de iniciar la tarea. Hay un Jordán que nos separa del cumplimiento de los planes de los propósitos de Dios y de nuestros sueños, por eso hay una ley que dice: las aguas de tu Jordán no se abrirán hasta que las plantas de tus pies reposen en ella. El Jordán se dividió cuando los sacerdotes pisaron el agua. No esperes que desaparezcan los obstáculos para conquistar tus sueños. Las dificultades podrían ser la señal de que estás en el camino correcto. Por supuesto que habrá problemas. Sin embargo, recuerda esto: las aguas no obedecen a oraciones ni ayunos; las aguas obedecen a las plantas de los pies.
Seamos mu