UNA CONFESIÓN REVELA EL SECRETOGUARDADO DURANTE VEINTE AÑOS...PERO TODO NO ES, COMO PARECE SER.La pareja huye entre los árboles aplastando la maleza con su loca carrera. Pero el joven decide hacer un alto, para que la muchacha se cambia y aligere el paso. Silvia toma aliento y en el respiro, entrega a Juan Carlos el pañuelo donde guarda las joyas que ha robado. Se deshace del magnífico y elegante traje de noche que la hace ver como reina, a pesar de los trozos hechos jirones, que han quedado prendidos entre las cómplices ramas del sotobosque...La misteriosa aparición de una mujer en la comisaría del pueblo pone a prueba el ingenio de la Inspectora Lucy. Detrás de la inocente apariencia, se esconde una aberrante historia de amor y asesinatos....la intriga que rodeaba a la fémina, despertaba en su sexto sentido, curiosidad y desconfianza... Le toca a ella, como inspectora del caso, escuchar y llegar a armar sus propias conclusiones, aunque nada es claro, hasta que aparece otro cadáver: el de una mujer, estrechamente vinculada con la historia que cuenta Bertha y más relacionado con su persona, de lo que intenta hacer creer.Mientras yo hacía las maletas, no podía disimular mi disgusto. Fue brutal, violento y hasta que llegamos, no volvió a dirigirme la palabra. Incluso no se molestó en disimular su irritación. Extenuada por la decepción No alcanzaba a comprender si de algo era culpable. Que el descubrimiento del cadáver lo había afectado, estaba claro, más ¿tenía yo algo que ver? El hecho se relaciona con su primera investigación policial, hacía veinte años. Un crimen que había quedado impune, debido a los secretos, la falta de pruebas y la hermeticidad de las personas implicadas, en aquella pequeña colonia de pescadores.En medio de la noche, las toscas pisadas le taladran los oídos. Ella se resiste a la implacable brusquedad de aquel hombre, que la obliga a alejarse y la lleva con extrema violencia hasta el bote, haciéndola entrar de un empollón. Todo ha terminado ¡Dios mío! Y llora, cubriendo el rostro con sus ensangrentadas manos...De momento, la inspectora Lucy ya sabía quién era el muerto que llegó con la marea. Podía desempolvar los archivos y continuar las investigaciones o, finalmente cerrar el caso. No estaba del todo, en paz con su conciencia. Sin embargo sentía que, por fin, las respuestas estaban perfilando una dirección que debió terminar en la resolución del asesinato, en aquel entonces. Pero...Si la declaración del principal testigo aclaraba los hechos ocurridos durante la noche de aquel fin de año entre los manglares, allá en el recodo cerca del viejo muelle... ¿ Por qué la asaltaba un mar de dudas?Tenía la sensación de que todo no estaba dicho. De sobras sabía, cuando abrigaba ese estado de ansiedad que la asfixiaba, que debía seguir su instinto. Y su instinto le estaba gritando a voces, que nunca fáciles finales llegaron al verdadero desenlace. ¿Se le estaban escapando efímeros detalles ?Si.