A través de los distintos medios de comunicación llegan a nosotros infinidad de casos de violaciones a niños, niñas y adolescentes; abusos sexuales a menores; noticias que por lo general pasan desapercibidas, o en el mejor de los casos las recordamos al escuchar una y otra vez sobre abusos sexuales, violaciones, maltratos, como si se tratase de la misma noticia. Podría pensarse que estamos acostumbrados a escuchar que un niño o una niña fue violado o violada; oímos que un profesor niega la acusación presentada por una madre a quien su hija le dijo que fue violentada por éste; nos enteramos que una adolescente se quitó la vida al no soportar más los abusos de su padre, hermano, maestro o cualquier familiar; oímos que la fiscalía llamará a rendir la versión de los hechos a una menor que dice haber sido abusada sexualmente, pero no escuchamos. Sin embargo atendemos comentarios como "no tenía que estar en ese lugar a esa hora" o "eso le pasa por andar vestida de tal o cual manera"; otros dicen: "así de locas son las chica hoy en día"; comentarios que hacen que estas agresiones sexuales se vean como si las víctimas fuesen las culpables o como si tales agresiones fuesen normales.
Estos factores entre otros; logran que las personas abusadas no se atrevan a denunciar a su abusador; silencian sus voces sobre la violencia a la que han sido sometidas, por vergüenza, miedo, amenazas; incluso llegan a sentirse culpables; lo que hace más difícil superar el trauma que sufren los agredidos quienes en muchos de los casos cargan durante toda su vida este terrible secreto por temor al que dirán. Lo callan como si ellos hubiesen sido los victimarios y no las víctimas, asumiendo una culpa que le pertenece al abusador.
Otro factor que lleva al silencio a los agredidos sexualmente, es el hecho de que las violaciones a menores proceden principalmente de sus propios familiares, de amigos o personas cercanas a la familia. En muchas ocasiones los niños violentados se ven confrontados con el propio violador, quien con gritos e insultos logra intimidar a su víctima; quienes prefieren guardar silencio quedando como mentirosos; y es que el abusador sabe cómo controlar a sus víctimas, cómo dominarlas, cómo hacerlas sentir culpables. Hay casos en que el violador pide perdón a su víctima siendo capaz de jurarle que nunca más lo volverá a hacer, que fue un error, que estaba borracho, cualquier "justificación" con tal de que su víctima no diga nada y después repetir una y otra vez su agresión.
El violador conoce muy bien la ley; sabe que la justicia está con las manos atadas mientras no logre comprobarse su delito, si no existen elementos de convicción suficientes, el fiscal no podrá presentar la acusación ante el juez, o si existiese duda razonable el juez no podrá imponer una pena al agresor por lo tanto los intentos legales por detener a los abusadores nos dejan en muchos casos un desagradable sabor a injusticia.
El Libro Mi abusador y yo nos muestra un caso real, una terrible historia de abusos sexuales y maltratos vividos por una niña desde sus siete años; un caso que puede ser igual al que tantas mujeres y hombres han vivido y siguen callando.
Mi abusador y yo nos enseña cómo descubrir esas señales a veces imperceptibles, pero que están ahí, en los pequeños que están siendo asechados por un abusador o en aquellos que han sido atacados por estos depredadores; estas guías deben ser conocidas y puestas en práctica para proteger a nuestros niños y niñas.
Mi abusador y yo es una luz de esperanza para aquellas personas que han sido vulneradas sexualmente; es una invitación a dejar de callar; una reflexión que intenta dejar en claro que el silencio no es suficiente.