Con Nicolás Maduro, quien ejerce la Presidencia de Venezuela, cabe señalarlo, se realiza el sueño de Simón Bolívar que quedó inserto en la Constitución que preparó para Bolivia, conocida como Constitución de Chuquisaca de 1826. Allí se estableció que el gobernante, además de vitalicio, tiene la potestad de escoger a dedo a su sucesor en la persona de su Vicepresidente; y ello fue lo que hizo Hugo Chávez en diciembre de 2013, pocos días antes de fallecer ungiendo como su sucesor a Maduro. De modo que si en Venezuela se pretende retomar el camino de una reconstrucción desde el hito del extravío, cabe decir que el pecado original de lo visible y evidente en el país -cultura de la muerte, quiebra de la economía, hiperinflación, desabastecimiento de bienes esenciales, deslave de la pobreza- fue la decisión comicial antidemocrática de la que somos responsables por acción u omisión todos los venezolanos, al acoger como modelo de sociedad, a la Constitución de 1999. En esa perspectiva los derechos y libertades jamás preceden ni atan al poder del Estado sino que éste los modela, concede o dispensa a su arbitrio. Los liderazgos emergentes de Venezuela, por ende, deben redescubrir la importancia del liderazgo testimonial fundado en valores éticos, forjador de opiniones e incluso a contracorriente de las mismas opiniones, con clara comprensión de la realidad y sus desafíos. Es un imperativo, en conclusión, entender las coordenadas del tiempo que nos acompaña y poner el final como principio, como su principio o ideal, si lo entendemos como desarrollo de la perfectibilidad que nos es connatural a todos los seres humanos y si asumimos a la vida y su forma más excelsa, la actividad política, atada de manera irrenunciable a la dignidad del hombre y su trascendencia". Memoria de la Venezuela Enferma es la crónica realizada por Asdrúbal Aguiar de los dos años en que Venezuela cae finalmente por el precipicio de su quiebra moral como República (2013-2014) lo que se hace evidente bajo el gobierno de Nicolás Maduro. Es una interpelación severa al liderazgo democrático e intelectual a objeto de que asuma la responsabilidad de la reconstrucción que tiene planteada, atendiendo a las coordenadas que fija tanto la moral de la democracia como las amenazas e inéditos desafíos del siglo XXI en curso, que se describen en la obra.