En un tranquilo río al pie de la montaña, Tom, un joven castor, se aburre de su monótona vida construyendo diques. Un día, decide abandonar sus responsabilidades y aventurarse en el bosque. Allí se encuentra con Leo, un lobo travieso y charlatán. Juntos, se embarcan en una búsqueda de miel que los lleva a una emocionante aventura llena de peligros y descubrimientos. Pero cuando una tormenta amenaza la seguridad de su hogar, Tom y Leo deben unir fuerzas para salvar a su comunidad.

Nota del autor:

Cuando empecé a pensar en este libro tenía claro que quería hablarles a mis hijos sobre la responsabilidad que todos tenemos con respecto a nuestra familia, nuestra comunidad y frente a la sociedad en su conjunto. Por eso escogí un lobo y un castor, porque son animales sociales como nosotros. Vivir en comunidad nos aporta infinitas ventajas, aunque a los más pequeños, les puede costar verlo, sobre todo cuando se les exigen responsabilidades. Ese es el viaje de nuestros protagonistas, ambos abandonan sus responsabilidades y acaban pagando un precio por ello. Lo que les salva es la solidaridad, la empatía y el esfuerzo común. En el diálogo final, el lobo reconoce que "los lobos no estamos hechos para vivir solos" y el castor lo admite: "Los castores tampoco".
Además de la solidaridad y la responsabilidad, el otro valor que quería transmitir a Leo y Tomás, era el del esfuerzo. A veces está bien tomar atajos, pero hay que tener cuidado con la ley del mínimo esfuerzo. Conseguir la mayoría de los objetivos que nos marcamos en la vida requiere un considerable esfuerzo, y las metas alcanzadas saben mejor cuando hay trabajo detrás.
Cómo se dice en el cuento: La miel sabe mejor tomándola del panal, aun a riesgo de que te piquen las abejas.
Para acabar quería hacer una pequeña apología de la vida natural frente a los excesos y la artificialidad del mundo de los humanos. El bosque frente a la gasolinera, los botes de miel, frente al salmón o la miel del panal.
En definitiva, con este humilde cuento quería señalar a mis hijos que es importante apreciar lo que uno tiene: tu familia, tu comunidad, tu capacidad de trabajo y la naturaleza que te rodea. Todo a través de una aventura llena de acción trepidante y con personajes y situaciones alocadas y divertidas, porque educar a mis niños me encanta, pero lo que más me gusta, obviamente, es hacerles reír.