El sistema de capital ha llegado a un punto límite de irreversibilidad en relación con el medio ambiente, a partir del cual se producen deseconomías de escala internas sobre los sistemas de producción con base a causas externas ecológicas. Es decir los bienes de producción tienden a elevar sus costos. Esto ya se nota en los precios al alza de los alimentos, en los valores de la propiedad inmueble y demás insumos vitales. El costo está dejando de ser eficaz y esto lo paga la población más empobrecida.

¿Cómo es el proceso?: Aquí damos un ejemplo:

Un agricultor tala una parcela de pluviselva, siembra y obtiene una abundante cosecha. Inmediatamente es imitado por los demás hombres de su aldea, hasta que acaban con una gran zona de esa misma pluviselva. Como consecuencia se modifica el régimen de lluvias, llega la sequía, la tierra se vuelve árida y seca. Entonces ya las cosechas no tienen rinde.

Esto mismo es lo que Humanidad ahora está haciendo sobre toda la naturaleza en nuestro planeta Tierra, sobreexplotando los recursos naturales, bajo la presión de la demanda de la superpoblación. Acabando en el escaso tiempo de una a dos generaciones con el patrimonio ecológico neto de todo un planeta. Esto tiene efectos directos e indirectos sobre el comportamiento de las economías regionales, nacionales e internacionales, causando disrupciones. Las cuales se intensificarán en la misma proporción que los recursos renovables y no renovables comiencen a escasear severamente.

ANTÍDOTOS

El primer antídoto ante la crisis planteada es el control y reducción progresiva de la superpoblación. Dentro de un mundo limitado no se puede sostener población con tendencia ilimitada. El planeta tiene capacidad de carga para dar soporte vital a unos 5.000 millones de seres humanos. Lo ideal serían mil millones. Esa es la meta.

En el camino deberá imponerse la restricción a los nuevos nacimientos. Por ejemplo sólo admitir legalmente que las parejas tengan un único hijo y penalizar las transgresiones. No hay otra solución. El tema es incordioso, pero no queda otra alternativa que aplicarlo o destruiremos nuestro ecosistema so pena de autoextinguirnos.

El segundo antídoto consiste en pasar de la acumulación del capital egoísta al sistema de capital solidario de reparto. Tampoco aquí hay margen para otra alternativa. Es el sistema de capital hiperconcentrado el que está acabando con las reservas de la Tierra, alimentando la maquinaria infernal del hiperconsumo. Mientas permitamos que continúe operando proseguirá socavando nuestro sostén vital. Esto es necesario comprenderlo. Hacer campañas didácticas para que toda la población pueda entenderlo. Debemos cambiar de sistema o no sobreviviremos.

Pero antes debemos saber ver que le debemos al sistema de capital actual la eficiencia que hace funcionar la maquinaria productiva del mundo. Lo que posibilita que sobre nuestra mesa y en nuestro hogar estén los productos de las más lejanas regiones y naciones, que se realicen en tiempo y forma las siembras y las cosechas, el transporte de las mercaderías, tanto por tierra, mar y aire, que exista un sistema de comercialización eficaz...

Todo esto es positivo. Pero el excesivo deseo de lucro nos está matando gradualmente, está ocasionando la 6° Extinción Masiva de todas las especies. Debemos saber frenarnos y salirnos del sistema.

¿Salirnos del sistema? Es fácil decirlo, ponerlo en práctica es lo difícil y para lo cual se requiere del esfuerzo combinado de todos los actores mundiales, la unión de todos los factores de poder, una vez que se haya comprendido cabalmente la necesidad del cambio, la naturaleza del mismo, el sentido y la dirección del mismo.