El sugestivo título advierte al lector de lo que deparan sus líneas, pero cuando parecía que leeríamos un texto básicamente erótico, Cristina nos sorprende con un conjunto de relatos que despierta el inevitable deseo de convertirnos en sus personajes...Y es que quién no quisiera ser JC para disfrutar de los deleites de Eva, díganme quién no quisiera estar presente en el momento justo en el que le entran los calores a Lilith para ser testigos de su desnudez, ayudarla a apretar sus senos y ser parte del roce de sus piernas o quizá ser por un momento el marido de Liz para extraviar las manos bajo la falda de Cinthia.Desde el inicio de la lectura las historias se meten en nuestra piel, sacuden los recuerdos e inevitablemente terminan exacerbando el deseo de seguir leyendo y las ganas de hallar al resto de personajes para que en un lenguaje provocativo nos cuenten las historias que quizá callamos, pero que ahora - la autora de Los Guante de Qka- nos las pone tan pero tan cerca que nos hace jadear mientras respiramos, subiendo la temperatura y humedeciendo la imaginación.En un callejón de la lectura la fortuna nos sonríe y encontramos a Mariana, pero nosotros a diferencia de Quin, si queremos perdernos en esos infiernos del sexo, embebernos en su vagina y obedecer nuestros instintos; en la siguiente esquina hallamos a la Chave y la Lola por lo que alucinando con aquello que "dizque" somos el sexo fuerte, no dudaríamos en ayudarles con su cometido de alcanzar el orgasmo.Montados en las alas de las Mariposas Camufladas buscamos un amor por chat y continuamos explorando no solo las líneas sino las entrelíneas para que no se escape ningún detalle, de modo que el escarceo de cada historia nos premie con la lujuria, la sensualidad y el deseo.Vamos terminando la lectura... y qué alegría es descubrir que Anabel era de todos, pero para que vean que somos románticos de nacimiento, también disfrutamos sabiendo que se hizo de a buenas con Jaime y que 30 años más tarde no se soltaban de la mano.De repente las páginas se quedaron en blanco, las líneas se acabaron, los personajes se fueron a dormir, demasiado silencio después de tanta excitación...está bien, todo termina en algún momento, incluso este espléndido trabajo de Cristina... pero, como esta obra nos hizo soñar, y según dicen soñar no cuesta nada, concluyo imaginando que en el laberinto de la vida real, quizás nos encontramos con la autora y quien sabe nos convierta en uno de su personajes y terminamos retozando en las líneas de otra maravillosa obra. Ángel Cruz