Mariana Pineda fue ejecutada en Granada durante el reinado de Fernando VII, acusada de participar en una conspiración liberal. Federico García Lorca empieza su obra con un romance popular que por sí solo enumera los elementos clave de la trama:
¡Oh! Qué día tan triste en Granada,
que a las piedras hacía llorar
al ver que Marianita se muere
en cadalso por no declarar.
Marianita, sentada en su cuarto,
no paraba de considerar:
Si Pedrosa me viera bordando
la bandera de la Libertad.
¡Oh, qué día tan triste en Granada,
las campanas doblar y doblar!
Mariana Pineda es
una mártir,
se niega a delatar a sus compañeros,
Mientras que Pedrosa, el alcalde del crimen de Granada, la captura y a su vez la ama.
Algunos esperan hasta el final que Mariana sea perdonada, pero la tragedia está servida y tiene todos los ingredientes clásicos: amor, juventud, ideales de libertad y muerte.
Mariana Pineda encarna el ideal libertario de Lorca y también una visión muy particular de una mártir sufrida y, a la vez, deseada.