Queridisimo Luis: Rilke, en "Cartas a un joven poeta", le sugiere a su interlocutor que no escriba poemas de amor, porque ese es un tema cargado de las acechanzas de os estereotipos, los lugares comunes y los ripios. Yo puedo decirte, admirado amigo, que con este texto que me envías has salido supremamente airoso de la prueba: es un bello poema, una catarata metafórica, una especie de himno barroco (barroco en el sentido que le otorgaba Borges a esa palabra: un texto que en sí mismo agota su propia materia y sus propios procedimientos), toda una exuberancia verbal, pletórica y frondosa. Me gusta la música sincopada del poema, su respiración tumultuosa, su jadeo.
Armando Rojas Guardia
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"MANANTIAL", DE LUIS PEROZO CERVANTES
Alberto Hernández
1.-Agua sudor que mana de la piel ajena. Palabras que arrastran el cuerpo y lo convierten en una respiración afanosa, casi asfixiante. Una lectura del ahogo, de las ansias, del deseo, que confirma la presencia de un poema de largo aliento donde la voz del autor es el absoluto propietario de lo que podría concitar su lectura. Y digo absolutamente propietario como también responsable de su valiente inmersión en el agua que contiene este "Manantial" de imágenes.
Luis Perozo Cervantes no abrevia en tanteos. Escribe una poesía que le acontece, que es él en el estricto sentido de la voz que lo ahoga, porque es un texto, el que hemos leído, que no se detiene en su tránsito, en su carrera hacia un final en el que el tono se hace menos extendido, menos palabras, para cerrar con tres exhalaciones: "me alas y vuelo".
Se hace y deshace en placer, dolor y sexo.