About the Book
Hace cerca de dos mil años, un profeta llamado Juan escribió un volumen sobre sus visiones, estando en el exilio, en Patmos, una pequeña isla griega en el Mar Egeo. Sobre este Juan, el visionario, durante mucho tiempo se creyó que era uno de los apóstoles de Jesús, pero la nueva crítica bíblica ha determinado que fue un discípulo de la segunda generación, por lo demás desconocido, y que con toda probabilidad era lo que hoy llamaríamos un exiliado político. Juan estaba escribiendo para los cristianos bajo la persecución del imperio de la época, Roma. Su libro, controversial, poco comprensible y rechazado por muchas iglesias locales desde su época, apenas logró colarse a la Biblia como el último texto del canon. Durante años, muchos pusieron en duda su autenticidad y no pocos lo tacharon como herejía, incluso como las alucinaciones de un loco. Dos milenios después, el Apocalipsis de Juan sigue firmemente insertado en la Biblia cristiana, como capítulo final de la gran saga que abre con el Génesis, el inicio de todo, proporcionando una narrativa de los últimos tiempos, la conclusión de la historia y el fin del mundo. Génesis y Apocalipsis constituyen el Alfa y el Omega, una expresión sorprendente que el Apocalipsis para referirse a Dios.
"En el día del Señor oí detrás de mí una gran voz como de trompeta, que decía: `Escribe en un libro lo que ves´, comienza el Apocalipsis. Su narrativa esotérica, incomprensible para la mayoría de sus lectores, repleta de símbolos, claves y metáforas, abunda en visiones y profecías, monstruos, catástrofes naturales y escenas terroríficas que hoy justamente llamamos apocalípticas. Este fascinante libro alberga también algunos de los conceptos religiosos más conocidos en Occidente, palabras que durante siglos han provocado miedo y fascinación: los cuatro jinetes del apocalipsis, el número de la bestia 666, el anticristo (al cual el Apocalipsis llama "la bestia", y la prostituta de Babilonia.
La interpretación del Apocalipsis es, con mucho, el aspecto que más páginas ha generado. Una vez obtenido su estatus canónico, es decir, una vez que fue aceptado por la Iglesia toda como texto divinamente inspirado, incontables generaciones se sumergieron en sus versos para intentar descifrar las visiones del profeta Juan sobre el fin de los tiempos. Los teólogos de muchas épocas, y más recientemente los que estudian la Biblia académicamente, han diseccionado las oraciones y visto debajo de los textos pistas sobre la autoría, el origen y la fecha de composición del libro.
A lo largo de dos milenios, sus intérpretes han adoptado varias posturas. Unos ven en el Apocalipsis una verdad literal de las cosas por venir, aquéllos que esperan el regreso de Cristo entre las nubes al mando de un ejército celestial. Otros han favorecido una interpretación espiritual, en tanto que otros creen que el libro narra hechos que estaban ocurriendo cuando Juan compuso el tratado, es decir, creen ver en él una descripción codificada, en términos comprensibles para los lectores de su época, de la persecución que estaban siendo objeto los cristianos bajo el emperador Nerón o, posiblemente, Domiciano. Una propuesta intrigante más reciente dice que el Apocalipsis, en su forma primitiva, consistió de uno o varios textos más cortos, y lo que resulta aún más interesante, que originalmente era un texto judío que en sus inicios no tenía nada que ver con Jesús.
De todos modos, el Apocalipsis es posiblemente el texto más influyente de la obra literaria más influyente de la historia, la Biblia. Trágicamente, han sido muchos los que a lo largo de estos siglos han creído en la primera interpretación, la literal, que la historia está dividida entre los seguidores del diablo y los fieles a Cristo. Los peligros de esta interpretación, los que creen que en la gran batalla final los que los seguidores del anticristo deben perecer, y que sólo algunos serán