En un comienzo, el universo antiguo, conocido como Lanark, estaba formado por Ehnâr y por Sabâr, las fuerzas originales del tiempo. Y existían en constante antagonía, porque Ehnâr era la luz y Sabâr la oscuridad. Pero ninguna era capaz de imponerse sobre la otra, aunque pugnaban por hacerlo desde el comienzo de los tiempos. El universo antiguo era un equilibrio de caos eterno. Y así había sido desde siempre, y así habría sido por siempre, si los Antiguos no hubieran intervenido. Los Antiguos del Sabâr no veían con buenos ojos el caos eterno, pero bien sabían que las fuerzas de Ehnâr y Sabâr jamás dejarían de pugnar entre sí, porque donde hubiera una no podía haber la otra. Ehnâr y Sabâr, la oscuridad y la luz. Y, aunque las antiguas profecías decían que el equilibrio llegaría a Lanark, no quisieron esperar, y entonces crearon un nuevo mundo más allá del tiempo y del caos ancestral. Y así separaron las fuerzas del universo antiguo, logrando la armonía que nunca hubo desde el origen de los tiempos. Y llamaron Sháladam a este nuevo mundo, porque en la lengua de los Antiguos, era la única palabra que no existía, era la luz y la oscuridad. Y Sháladam se convirtió así en el mundo del Equilibrio. Pero la armonía fue efímera. Los Antiguos de Ehnâr se opusieron al nuevo mundo, porque era en el caos eterno en donde podían dominar todas las cosas. Es en el caos en donde realmente brilla la oscuridad. Y vieron entonces en el nuevo Equilibrio un enemigo que no habían previsto. Y así se inició la guerra entre los Erak de Ehnâr y los Erak del Sabâr, las criaturas que deseaban destruir el equilibrio y las que deseaban protegerlo, porque decían las profecías que si el nuevo equilibrio era destruido, Lanark, el universo antiguo, terminaría por desmoronarse. La guerra del Equilibrio fue la más grande de todas las guerras de Lanark, porque así como las fuerzas originales del tiempo jamás habrían dejado de pugnar en caos si no hubieran sido separadas, los Erak de Ehnâr y los Erak del Sabâr jamás lograrían triunfar, porque ninguno era más poderoso que el otro. La guerra sería eterna. Pero el nuevo mundo del Equilibrio no lo era, y la guerra lo estaba debilitando. Entonces, Los Erak del Sabâr doblegaron las fuerzas del tiempo y detuvieron así la guerra, y todas las criaturas tuvieron entonces que abandonar Sháladam. Pero la amenaza de los Erak de Ehnâr no había terminado.