About the Book
La humanidad es hoy una gran cueva, en ella están ocultas, encerradas y aterradas, gran parte de sus miles de millones de habitantes, una sustancia microscópica solo visible al ojo de la ciencia especializada confinó en esta época, en sus propias apetencias, a un mundo orgulloso, arrogante, sediento de ambición, fama, poder, idolatría y dominio, una sociedad que muestra a diario los abusos de la injusticia humana. Niños esclavizados durante grandes jornadas laborales en condiciones infrahumanas, otros millones, violados, asesinados como fuentes de vida en la extracción de órganos, viudas, huérfanos, pobres, refugiados, peregrinos y desesperanzados, que no escogieron nacer y vivir lo que están viviendo y los que sufrieron, pero ya no pueden levantar su voz desde los sepulcros, aunque su silencio, grita y demanda justicia. Sistemas de gobiernos humanos, ambiciosos por el poder y dominio de otras naciones. Es el reflejo del corazón del hombre, siempre lo ha sido, solo que ahora no puede ocultarse ante el tamaño de la realidad, la maldad conviviendo e imponiéndose ante el bien, pretendiendo establecer un nuevo orden de convivencia, donde lo bueno sea asociado a lo malo y lo malo, sea llamado, bueno.Cada cueva tiene sus propias características, húmedas o secas, dependiendo del hábitat donde se haya formado. La falta de perdón deja un sabor amargo, la ira incrementa la sensación térmica corporal; la tristeza, provoca desanimo; los vicios, cautividad; las perdidas, dolor profundo muy adentro; la enfermedad, desesperanza; la tristeza, orfandad; la depresión, oscuridad total; la traición, remordimiento y sentido de culpa. También hay similitudes entre ellas, incertidumbre, vacío, oscuridad, falta de visión, temor, inseguridad, angustia, ansiedad, por citar los más notorios.La humanidad quiere que finalicen los conflictos, el hambre, la peste, las guerras, pero como un acto mágico de la naturaleza, la cual está sujeta a la voluntad humana. No se vislumbran la voluntad para provocar los cambios requeridos al respecto. No es fácil percibir el cambio externo, sin haberlo hecho internamente.El destino de una persona no puede definirse a través de un estereotipo de formación familiar, obedece fundamentalmente, a las libres decisiones que adopte y medios de desarrollo para lograr objetivos, así como al propósito que debe cumplir en la vida, en el primer caso, cuando el curso de acción está orientado a producir valor agregado a la sociedad como resultado del beneficio generado a otros, los niveles de bienestar propios y ajenos son sublimados en la paz y satisfacción de hacer lo correcto, el resultado, una sociedad agradecida, amable, unida y cooperadora. En segundo término, cada uno de nosotros nace con un propósito, asumir principios de vida académicos o filosóficos de buscar la excelencia y satisfacción de las necesidades, en el ego, revela una postura individual, insensible ante la realidad humana, produciendo efectos contarios a los referidos. Lo importante es descubrir ese propósito y alinearlo a la conquista del citado bienestar.Quedamos en libertad de adoptar las estrategias disponibles para hacer o no hacer, pero si nos damos una oportunidad y de hecho se han tomados cientos y miles de modelos para provocar cambios en las personas y en la sociedad, con resultados infructuosos, por qué no intentamos hacer lo que este hombre hizo a diario en su vida, sujetar sus decisiones personales e individuales a la máxima expresión de amor tangible para la humanidad, Dios. Esto nos proveerá una visión de amplitud, de aportar cada día con nuestras acciones la luz requerida por el mundo para salir de la cueva en la que ha enclaustrado a la humanidad.