El hombre que ha llegado a la cúspide de su edad cronológica, se transforma en un ser especial, representa una clase muy particular de ser humano, porque ahora su espíritu es libre, pues se ha despejado para siempre, de aquella careta rígida, voluminosa e infranqueable: que su ego le imponía; ahora al sensibilizarse y ser consiente de su propia naturaleza, de los alcances que ha conseguido en su justa medida, de los hechos que ha experimentado en su crónica existencial, consigue estar en comunión con su propio ser. Su nueva realidad le permite la revaloración de todos los antecedentes, con los cuales se ha cimentado su vida, y su sistema de creencias; se torna objetivo, es un visionario que sabe muy bien hacia donde va, y lo que aún necesita para completar su viaje en este mundo de cosas. Ignacio Palavicini se encuentra ya en la cima de su existencia, sabe que la vida dio un giro radical, y terminó siendo pródiga para él, comprende que la deidad representada por la sublime presencia que controla el universo, le ha premiado por su determinación, por su férrea constancia, por su ahínco indomable, y su tesón inamovible para ir en busca de nuevos horizontes más propicios, a pesar de la adversidad que desde su juventud lo mantenía cautivo: está consiente que fue ese despertar ante las leyes de la deidad universal, por lo que consiguió salir de la pobreza que le condenaba, liberándose al fin de los grilletes que su humilde origen le imponía.Pero al final de su camino cronológico, hay algo que obsesiona, presiente que no respondió por completo al propósito esencial que le había dictado su destino: porque siendo aún muy joven, fue testigo presencial de un acontecimiento que fue más allá de lo extraordinario, algo que impactaría su vida para siempre, generándole la consolidación de un objetivo que debió de convertirse en su derrotero, un camino por el cual avanzó sin completarlo; dejando pendiente y por descubrir muchos eventos de excepción, pero ¿y si tenía la asignación de continuar hasta el final, de conocer aquella realidad?.Ignacio Palavicini sabe que tiempo sobre la faz de este mundo está agotándose, y él está decidido a instruir a alguien merecedor de su confianza, para que concluya la misión que él ha iniciado: ese propósito tan elevado y misterioso, que el destino le había confiado. ¿Y que hay del sujeto elegido por patriarca visionario?, Roberto Montenegro es un hombre maduro, un sujeto metódico y tradicionalista, pletórico de valores y de principios, alguien ligado profundamente a su familia, su espíritu solidario le mantiene abierto para contribuir generosamente y en todo momento, con los más necesitados, pareciera que él ha alcanzado el justo equilibrio, en todos los aspectos primordiales de su vida. Sin embargo su mundo se ve de pronto desequilibrado, y presiente la pérdida de muchas de sus facultades, supone que en cierto modo se ha dejado arrastrar por las últimas vicisitudes existenciales, colocándose a la deriva, en medio de la marejada de adversos acontecimientos; sin embargo él ha identificado sus propios alcances redescubriéndose, concientizándose sobre la realidad de que jamás ha tenido, ni tendrá el control total sobre los acontecimientos existenciales.Pero el rumbo de su vida, está por modificarse diametralmente, porque su encuentro incidental con el patriarca le confiere la insospechada oportunidad, de modificar para siempre sus expectativas, de revalorar las condiciones de su propia existencia, y aunque aún no está del todo convencido, solo cuenta con un tiempo muy breve para decidirse, para comenzar a caminar por la extraordinaria senda que se vislumbra en su sino, en pos de una fantástica odisea.