En nuestra juventud, tras leer los clásicos de la historiografía falangista, retuvimos unos contornos extremadamente con- cretos, casi digitales: 0-1, blanco-negro, abierto-cerrado. Pero la realidad, hoy lo sabemos, no es tan concreta y, para juzgarla, vale la pena considerar el pensamiento borroso1, esto es, tener en cuenta las escalas de grises, las fracciones intermedias entre 0 y 1, los niveles de proximidad a cada extremo. La historia de Falange Española y de su fundador debe examinarse teniendo presente que lo que vamos a encontrar hoy, en la tercera década del siglo XXI, ya no es, ni puede ser, blanco o negro, sino un todo formado con contornos menos defi- nidos de lo que pensábamos en nuestra juventud.
Volvimos a repasar aquellos textos clásicos (y a leer otros mu- chos) cuando elaboramos nuestra obra Ramiro Ledesma a contraluz2 destinada a redimensionar la personalidad y la andadura política de fundador de las JONS, desbrozándola de las adulteraciones, a menu- do ingenuas, ignorantes en algunos casos y malintencionadas en otros, a que se le había sometido. Coincidió ese estudio con otro sobre los no conformistas franceses de los años 303 y fue, a partir de aquí, cuando volvimos a interesarnos, primero por la personalidad política
e intelectual de José Antonio Primo de Rivera. Ampliando esta temá- tica, se trataba de explorar las influencias que había experimentado el pensamiento de José Antonio llegadas del exterior. Nos topamos con rastros de personalismo y esto nos llevó directamente a la figura de Francisco Rolão Preto, fundador del Movimento Nacional Sindicalista portugués y amigo de José Antonio. A partir de ahí, comprobamos que existía un hueco en los estudios sobre el nacional-sindicalismo y deci- dimos elaborar los seis ensayos que componen esta obra.
Cabe decir que hemos utilizado como fuentes, los textos que consideramos más significativos, casi canónicos, de la historiografía falangista. Hemos evitado al máximo las referencias doctrinales y apuntado solamente a la historia del movimiento para tratar de explicarlo, a pesar de que, tales referencias en algún momento han resultado inevitables. La doctrina nos dice por dónde quiere circular un partido; la historia por donde ha circulado realmente. Y aquí residió la primera sorpresa.
Un análisis exclusivamente doctrinal del nacional-sindicalismo nos hubiera llevado a ver un movimiento situado más allá de las derechas y de las izquierdas, resueltamente revolucionario y casi irascible en relación a la derecha, crítico impenitente de todo lo que suponía conservadurismo; antimarxista, pero también, con el mismo énfasis, anticapitalista, defensor de un sindicalismo nacional a través de una reorganización del Estado, celoso de su independencia y que había incluido en su programa un punto 27 que le impedía pactar... Y, sin embargo, la historia del movimiento entre el 29 de octubre de 1933 y el 18 de julio de 1936 discurre por otros derroteros completamente diferentes: la ideología va, por un lado, la acción política por otro. Para nadar -y participar en política implica nadar- hay que mojarse... Cuando el 29 de octubre de 1933 José Antonio decide nadar, era inevitable que iba a salir de la piscina, como mínimo, mojado. Y esto explica parte de su historia: por qué llegó a pactos, por qué se declaraba contrario al fascismo italiano y a continuación recurría a ese régimen para pedir apoyo, o por qué el partido creció muchísimo más por su derecha, que por su izquierda.