"Encontraron a los turcos que se acercaban hasta debajo de las murallas y buscaban batalla, sobre todo los jenízaros... y cuando mataban a uno o dos de ellos, en seguida venían más turcos y se llevaban a los muertos... sin importarles lo cerca que estuvieran de las murallas de la ciudad. Nuestros hombres les disparaban con pistolas y ballestas, apuntando al turco que se llevaba a su compatriota muerto, y ambos caían al suelo muertos, y luego venían otros turcos y se los llevaban, ninguno temiendo la muerte, sino dispuestos a dejar que mataran a diez de ellos antes que sufrir la vergüenza de dejar un solo cadáver turco junto a las murallas." - Testigo ocular veneciano de la caída de Constantinopla

En términos geopolíticos, quizá el acontecimiento más importante de la Edad Media fue el asedio otomano de Constantinopla en 1453. thLa ciudad había sido capital imperial ya en el siglo IV, cuando Constantino el Grande trasladó allí el centro de poder del Imperio Romano, estableciendo dos mitades casi igual de poderosas del mayor imperio de la Antigüedad. Constantinopla seguiría siendo la capital del Imperio Bizantino incluso después de que la mitad occidental del Imperio Romano se derrumbara a finales del siglo 5th . Naturalmente, el Imperio Otomano también utilizaría Constantinopla como capital de su imperio después de que su conquista acabara efectivamente con el Imperio Bizantino, y gracias a su situación estratégica, ha sido un centro comercial durante años y sigue siéndolo hoy en día bajo el nombre turco de Estambul.

El fin del Imperio Bizantino tuvo profundas repercusiones no sólo en Oriente Próximo, sino también en Europa. Constantinopla había desempeñado un papel crucial en las Cruzadas, y la caída de los bizantinos significaba que los otomanos compartían ahora frontera con Europa. El imperio islámico era visto como una amenaza por el continente predominantemente cristiano situado a su oeste, y las distintas naciones europeas tardaron poco en empezar a enfrentarse a los poderosos turcos. De hecho, los otomanos chocarían con rusos, austriacos, venecianos, polacos y otros antes de colapsar como resultado de la Primera Guerra Mundial, cuando formaban parte de las potencias centrales.

La conquista otomana de Constantinopla también desempeñó un papel decisivo en el fomento del Renacimiento en Europa Occidental. La influencia del Imperio Bizantino había contribuido a asegurar que fuera el custodio de varios textos antiguos, sobre todo de los antiguos griegos, y cuando cayó Constantinopla, los refugiados bizantinos acudieron en masa al oeste en busca de refugio en Europa. Esos refugiados trajeron libros que ayudaron a despertar un interés por la Antigüedad que impulsó el Renacimiento italiano y puso fin a la Edad Media.

Tras la toma de Constantinopla, el Imperio Otomano pasaría los siglos siguientes ampliando su tamaño, poder e influencia, chocando con Europa Oriental y convirtiéndose en uno de los actores geopolíticos más importantes del mundo. Un auge que no empezaría a decaer hasta el siglo XIX.
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Entre los responsables de la proyección del poder otomano, pocos merecen tanto crédito como los jenízaros. Creados por Murad I, los jenízaros se convirtieron en una fuerza de infantería de élite leal únicamente al sultán. Su misión era protegerle únicamente a él y en las batallas siempre eran los más cercanos a él, formando un escudo humano. Originalmente estaban formados por esclavos no musulmanes, principalmente muchachos cristianos de Bizancio. Los niños judíos no eran aceptados como soldados y los musulmanes no podían, por ley, ser esclavizados. Murad había instituido un impuesto de una quinta parte sobre todos los esclavos tomados en la guerra, y la idea de tomar sólo a muchachos aptos para la lucha se denominó Devshirme, o impuesto de sangre.