El misterio que rodea el origen de las medusas mutantes y la propagación del virus se revela con un dominio consumado del suspense. Cada revelación plantea nuevas preguntas, manteniendo al lector en vilo hasta las últimas páginas.
La caracterización de los personajes no se queda atrás. Sus relaciones complejas, hechas de antagonismos y lealtades contrastadas, ayudan a dar cuerpo a esta humanidad en crisis. En cuanto a los héroes, muestran una psicología a la vez creíble y fascinante.
Otro gran activo del autor es esa facultad para hacer plausibles los acontecimientos más inverosímiles. Gracias a su talento como narrador y a su desbordante imaginación, consigue hacernos creer en todas esas peripecias no obstante fantásticas. Nunca se rompe el pacto de suspensión de incredulidad, prueba de su gran dominio narrativo.
Esta credibilidad se debe en gran parte a la dimensión científica con la que se describen las amenazas a las que se enfrenta la humanidad. Ya sean las medusas mutantes o el virus que propagan, todo está descrito con afán de detalle rayano a veces en lo didáctico.
Este anclaje científico acerca la novela al género de anticipación especulativa tan caro a un Frank Herbert (Ciclo de Dune) o Arthur C. Clarke (2001: Una odisea del espacio). Pero a diferencia de estos autores, Francisco Angulo nunca cae en un optimismo tecnófilo bobalicón. Su escepticismo lúcido confiere a la obra un tono más sombrío y angustioso.
Para lograr sus fines, el autor demuestra una erudición impresionante en diversos campos como la biología marina, la virología o la ingeniería aeronáutica. Domina todas estas disciplinas con pasmosa soltura, sin caer nunca en el exceso de erudición gratuita.
De hecho, ahí radica todo el talento del autor: hacer fascinante y creíble lo inverosímil. El lector se deja llevar con gusto por los vericuetos de estas anticipaciones científicas, por descabelladas que sean. Sellado este pacto de lectura, nada puede ya romper el encanto de esta epopeya futurista.
Porque la otra gran fuerza de esta novela es mezclar con destreza relato de aventuras trepidante y cuestionamiento filosófico. La trama nunca se enreda en fastidiosas digresiones, cada escena haciendo avanzar la acción de manera significativa.
Pero detrás de estas peripecias palpitantes asoma una reflexión inquietante sobre el devenir de nuestro mundo. Más allá del mero relato catastrofista, el autor explora con sutileza la psique humana frente al derrumbe de sus referentes.
Esta fineza psicológica añade una profundidad fascinante a lo que podría haber sido un simple relato postapocalíptico. Porque en esta lucha desesperada frente a la adversidad, se revelan los recovecos del alma humana, en lo más oscuro y en lo más luminoso.
Detrás de cada personaje trasluce una parte de nuestra humanidad, con sus grandezas y sus bajezas. Así, es imposible permanecer impasible ante el destino de estos náufragos de un mundo en perdición.
Gracias a su dimensión a la vez cerebral y visceral, la novela logra conjurar el espectro del aburrimiento, escollo fatal para cualquier relato de anticipación. El lector sale de cada capítulo aturdido pero fascinado, pendiente del hilo de esta odisea futurista.