Vítor crece en un mundo duro y cruel donde la única meta es la supervivencia. Estamos en Fonteo, un pueblo de montaña en el interior de Asturias. La vida de nuestro protagonista transcurre entre el juego y la rabia, entre la inocencia y los maltratos de su padre alcohólico, autoritario en la intimidad de su cuadra y sumiso en la barra del bar. Es el inicio del siglo XX y no hay tiempo para el recreo. La injusticia y la visión del mundo exterior como única vía de escape siembran en el alma de nuestro protagonista el enfado y la impotencia que habrán de marcar su vida, desde el descubrimiento de un cosquilleo llamado amor hasta su encuentro con la muerte.
Por las venas de Jeromo, el padre autoritario de Vítor, circula más vino que ternura. Pasa casi tanto tiempo en el bar como en la mina, pisando tan solo el hogar para alimentarse y encargar de vez en cuando un nuevo hijo. Dadas sus escasas posesiones, no es extraño que tenga que mendigar un trago cuando las cosas se ponen feas y las manos comienzan a temblar. Es fácil liberarte de tus frustraciones golpeando a un niño. Si es tu hijo, mejor. Jeromo piensa que, cuanto más difícil sea la vida de Vítor, más posibilidades de supervivencia tendrá. Pone todo su empeño en dicha empresa, y el alcohol hace el resto.
Una serie de acontecimientos ponen en peligro la frágil estabilidad de una vida, la de Vítor, abocada al sufrimiento y a la derrota. Entre la fantasía del bosque y la realidad de las palizas, entre el olor de la cuadra y el calor de un beso, la venganza de la naturaleza va tomando cuerpo. Por un lado, la enfermedad de Jeromo, que tensará la relación entre éste y la realidad. Por el otro, un desafortunado incidente, con Vítor como protagonista. Una serie de coincidencias harán que Jeromo se enfrente por primera vez a sí mismo.
Jeromo comprenderá, al fin, quién es y qué ha hecho toda su vida. El delirio provocado por la falta de alcohol hará de sus sentidos el mejor jurado, y de su vida un crimen. La contemplación de sus actos, la comprensión -tardía- de lo que representa, lograrán lo que nadie había logrado. Ponerle de rodillas.