Este mundo nuestro es un mundo de opuestos. Hay luz y sombra, hay calor y frío, hay bien y mal, hay Dios y el Diablo. La concepción dualista de la naturaleza ha sido una fase necesaria en la evolución del pensamiento humano. Encontramos las mismas opiniones sobre los buenos y los malos espíritus que prevalecen entre todos los pueblos de la tierra al comienzo mismo de esa etapa de su desarrollo que, en la fraseología de Tylor, se llama comúnmente animismo. Pero el principio de unidad domina el desarrollo del pensamiento. El hombre trata de unificar sus concepciones en un monismo consistente y armonioso. En consecuencia, mientras que la creencia en los buenos espíritus tendía a la formación de la doctrina del monoteísmo, la creencia en los malos espíritus conducía naturalmente a la aceptación de una sola deidad malvada suprema, concebida como encarnación de todo lo que es malo, destructivo e inmoral. El monoteísmo y el monodiabolismo, ambos originados simultáneamente en las tendencias monistas de la evolución mental del hombre, juntos constituyen un dualismo que para muchos sigue siendo la concepción del mundo más aceptable. Sin embargo, no es el objetivo final de la filosofía humana. Tan pronto como los pensadores de la humanidad se dan cuenta del Dualismo implícito en esta interpretación del mundo, la tendencia se manifiesta de nuevo hacia una concepción superior, que es una visión puramente monista. ¿Eliminará el monismo la idea del Diablo para hacer de Dios el Uno y el Todo? ¿O abolirá tanto a Dios como al Diablo, para dejar lugar solo a un mundo de materia en movimiento? ¿Será el futuro de la humanidad, como profetiza M. Guyau, un período en el que la religión desaparecerá y dará paso a la irreligión? Aquellos que no aprecian la misión del dualismo en la evolución del pensamiento humano, y solo saben que sus doctrinas son insostenibles, naturalmente esperan que el futuro de la humanidad sea irreligioso, y hay librepensadores que declaran que el ateísmo reemplazará todas las diferentes concepciones. de Dios. Pero esto no es probable. Las tendencias monistas de la época no destruirán, sino que purificarán y elevarán la religión. El animismo del salvaje es una etapa necesaria de la evolución mental del hombre: aparece como un error para el hombre más desarrollado de un período medio civilizado; pero el error contiene una verdad que naturalmente se desarrolla en una concepción más perfecta del mundo circundante. Del mismo modo, las ideas religiosas de la actualidad son símbolos. Tomados en su sentido literal, son insostenibles, pero entendidos en su naturaleza simbólica son semillas de las que crecerá una concepción más pura de la verdad. Las tendencias del pensamiento filosófico que prevalecen hoy conducen a una concepción positiva del mundo, que reemplaza los símbolos por declaraciones de hechos y trae consigo no una negación de las alegorías religiosas sino una concepción más profunda y correcta. Un estado de irreligión en el que la humanidad adoptaría y enseñaría públicamente una doctrina del ateísmo es imposible. El ateísmo es una negación, y las negaciones no pueden sostenerse, porque sólo tienen sentido cuando se las confronta con las cuestiones positivas que rechazan.