No bien llegó de la escuela, dejó los cuadernos en la mesa del comedor y de dirigió corriendo a su habitación. Al franquear el umbral de la puerta, su mirada se posó en el ansiado libro que lo había acicateado. Cogió la Biblia, se arrellanó en su cama, pasó las páginas con intransigente avidez y una vez que hubo encontrado el capítulo deseado el brillo de sus ojos adquirió la tonalidad de un letal deleite.
Historia de un niño que le hace preguntas incómodas a un sacerdote en una escuela católica, en paralelo con la de su padre, un connotado periodista quien carga en sus hombros el estigma de una violación.
Juan, el niño tranquilo, el primero en su clase y con deseos de ser sacerdote, sufre una violenta transformación de su carácter al morir su mejor amigo. No acepta su muerte, su mal carácter lo lleva a enfrentarse a los matoncitos de su aula y dos de ellos reciben tremendas palizas. Sus sueños de volverse sacerdote quedaron truncados por su mal genio. Es expulsado de la escuela católica por blasfemar, negar la fe de Cristo. En su nueva escuela reta al líder de los malandrines, el mejor peleador. Sucumbe ante las drogas y el éxtasis lo lleva al borde de la muerte.
El padre, Marcos, cuando joven, logra entrar al seminario y sufre un vil estrupo, violación perpetrada por el mismo rector del Seminario. Huye del lugar despavorido y casi se suicida. Se vuelve indigente y vive como un pordiosero por los lugares más inmundos. Es recogido por un filántropo que además regenta su propia biblioteca. trabaja como ayudante de bibliotecario y por la cantidad de libros que lee es llevado a trabajar a una redacción. Es nombrado jefe de la Sesión Cultural. En el devenir, logra cambios revolucionarios en la revista para volverla solo en Arte y Cultura. La revista sobrevive a duras penas, pero el tiempo le da la razón y se convierte en la más importante del medio.
El padre de Marcos, Tomás, quiso ser sacerdote, pero es asaltado por dos delincuentes y en el fragor de la pelea por defenderse mata a uno de los maleantes. Purga prisión por quince años. La fatalidad de la familia se repite en la madre y abuela de Marcos: ambas fallecieron con un solo hijo y de tres años. Al escuchar Margot, la esposa de Marcos y embarazada de Juan, que le narra la historia de su familia, siente que el sonido de la fatalidad le susurra al oído.