Vivimos en un mundo en el que la fe en el Dios de la Biblia se posterga, se rehúye, se ridiculiza, se desprecia, es motivo de burla y podrás añadir reacciones novedosas que hayas observado en el contexto en el que vives.
En un mundo en el que hablamos de inteligencia artificial avanzada, de física cuántica, de edición genética, de descubrimientos científicos que parecen más propios de ficción que de ciencia, en un mundo en el que hablamos incluso del Homo Deus, ¿cómo se atreve uno a afirmar públicamente que cree en Jesucristo y que hable a otros sobre Él?
Según un estudio de Data Never Sleeps 10.0, si en 2011 se generaron 1,8 zettabytes de datos y la cantidad de información se duplicaba cada 2 años, en 2022 se crearon, copiaron y consumieron 8 zettabytes de datos, y se espera que en 2025 se alcancen los 181 zettabytes de datos. El proceso de duplicación de toda la información del mundo dura apenas unos pocos meses. Estamos infoxicados, y debido a que estamos experimentando tal grado de intoxicación con la información, necesitamos un fuerte discernimiento, un sentido crítico altamente desarrollado y entrenado, para tener claridad.
Si hace unos años la información era poder, en el contexto en el que vivimos, el poder reside en la claridad y el discernimiento que el individuo tiene, cultiva o desarrolla. En un mundo cada vez más confuso e infoxicado, necesitamos una espiritualidad que active nuestro discernimiento y sentido crítico, una curiosidad epistémica, una espiritualidad que se base en la forma en la que Jesucristo vivió su fe en Dios mientras estuvo entre los hombres, una espiritualidad basada en los principios del conjunto de las Sagradas Escrituras, para que no seamos víctimas de la manipulación, del engaño y de la confusión.
En este libro descubrirás como la historia secular y la historia bíblica coinciden de forma fascinante y sorprendente. Es más, descubrirás como la profecía y la historia van de la mano. Y como eres una persona inteligente, estoy seguro de que la lectura de este libro también producirá ecos redentores en tu corazón.