El autor espera que La novela sea bien recibida en su tierra, San Ignacio, Sinaloa, y entre aquellos que quieran saber un poco sobre lo que ha ocurrido en estos años en el pueblo con el personaje de nombre Gorgonio. Además, por otra parte, espera que, en su pueblo natal, tenga buena aceptación, ya que "el libro tiene lugar allí". Una historia en la que se inspiró para escribirla en su experiencia vivida al lado de dicho personaje en sus años de niñez y juventud. La novela es emocional sin perder de vista el interés que puede tener para el lector vivir ciertas experiencias desde cerca a través de su lectura.
Está protagonizada por un médico, un teniente, las maestras Guadalupe, Catalina y un grupo de maestras amigas que inician su carrera dando clases en ese pueblo. Gorgonio es un tipo normal, aficionado a las bromas, bebidas, llevar recados y solicitar ayuda para sus resacas etílicas. Los personajes se ven envueltos en asuntos para los que no estaban preparados por su juventud y falta de experiencia y hacen sacar lo mejor y lo peor de cada uno.
Gorgonio: Cuando nací en el pueblo de San Ignacio me di cuenta que tenía un hermano mayor, luego llegaron un hermano y una hermana. Soy el segundo de 4 hermanos. Es también en este pueblo que pensé y crecí. De joven era tímido y callado. En la escuela primaria, siempre me castigaban y me sentaban entre los niños ruidosos de la clase. Asistí a la Escuela Primaria Amarilla (Morelos) hasta el cuarto año, el cual repetí en tres ocasiones y en ese grado decidí no regresar nunca. Siempre fui malo para las cuentas, me gustaba sentarme atrás porque le tenía miedo al maestro.
A la hora del recreo, no me dejaba el maestro salir a jugar como los demás niños, siempre me quedaba dentro castigado y a la hora de la salida no podía irme a casa hasta que terminara las cuentas que el maestro ponía en el pizarrón. A menudo me orinaba en mis pantalones porque el maestro no me daba permiso para ir al baño, puesto que en varias ocasiones con el pretexto de ir al baño me escapaba para irme a bañar al rio. Al llegar a casa, no había comida y mi padre me castigaba o me regañaba. Desde niño me acostumbre a no tener padre. Eso es porque siempre andaba en la calle trabajando. Recuerdo que de niño el maestro nos pedía que enviáramos una carta a San a Clos, pero nunca me contesto en lo que solicitaba.
En cuarto año, me gustaba ir a cortar frutas de las huertas ajenas. Casi todos los dias mandaban llamar a mi padre para darle quejas mías. Mi padre estaba enojado conmigo por lo que hacía y por lo que no hacía. Pero en cuarto grado estaba decidido a dejar la escuela, me había dado cuenta que mi inteligencia no era para eso y lo hice a pesar de los múltiples golpes que recibí por parte de mi padre. Un día jugamos béisbol contra la escuela primaria del pueblo de Coyotitán y le maestro me puso de cácher. No contábamos con careta para protegernos de los golpes y una pelota me pego fuerte en la frente.
Dure varios minutos tirado inconsciente. Hice muchas tonterías en la escuela primaria. Al principio no quería ir a la escuela, tuve un tiempo en que me gusto debido a que jugaba con los niños, me divertía, estaba aprendiendo mucho. Me gustaba debido a que me quedaba solo en casa cuidando a mis dos hermanos pequeños. Mi casa estaba justo debajo de donde ahora se encuentra el Cristo de la mesa. Ahí se respiraba aire puro, que con el tiempo y los castigos se fue viciando. Aprendí mucho, la forma en que vivía la gente, y por supuesto la forma de ganarme la vida sin trabajar. En cuanto a novias, no tuve, a las que quise no me hicieron caso.