Este libro se ha escrito con la intención de hacer un balance del contencioso con motivo del 300 aniversario del Tratado de Utrecht por el que, en 1713, se cedió el Peñón. No sólo por coincidir con dicho aniversario, Gibraltar es de rabiosa actualidad como resultado de lo que aparenta ser un cambio de política gibraltareña del nuevo gobierno del Partido Popular. El autor se ha ocupado profesionalmente, como diplomático a lo largo de su carrera 3 veces del tema de Gibraltar. Una de esas fue durante 5 años como Delegado Especial del Ministerio de Asuntos Exteriores. Los años del puesto 1979-1984 fueron importantes para el contencioso. Comienzan con el desmonte de la política de Castiella y con la inauguración de una nueva, cuyo inicio marca la Declaración de Lisboa. Culmina con la de Bruselas en 1984. Durante estos años el autor deja constancia de su percepción del problema en miles de despachos y anotaciones personales. Pensó que algún día podría escribir sobre los tiempos en que fue testigo privilegiado. Tras un cuarto de siglo, ordenando y ponderando el material, leyendo lo relacionado con el contencioso, y manteniendo contacto con la colonia y sus amigos de la zona, fueron enraizándose conclusiones y convicciones sobre el conjunto del problema del Gibraltar. Pensó que el interés radicaba no tanto en lo ocurrido durante su periodo a pie de obra y aquellas conclusiones, cuanto si éstas eran extensibles al problema en su globalidad. Había pues que ocuparse del contencioso en su conjunto para saber si, en efecto, éstas eran validadas por la historia del mismo. El epónimo de dichas conclusiones lo constituye el siguiente punto de partida: con la mano con la que le ha tocado jugar, España dispone de las bazas necesarias para ganar la partida de Gibraltar. Pero esto no es solo cuestión de cartas. Se requiere un jugador conocedor del juego y con voluntad sostenida de ganarlo. Son muchas las bazas que España, a lo largo de la historia, ha tenido y que no ha querido o sabido jugar. A título de ejemplo se hace referencia a algunos casos relativamente recientes: La política de contramedidas de Castiella demuestra que la salud de la economía gibraltareña está en manos españolas. Cuando dicha política había demostrado su eficiencia, por razones de dudoso fundamento y en cualquier caso ajenas al contencioso, España la renuncia. Tras una prolongada y encomiable lucha en las Naciones Unidas, España gana la batalla al lograr que la Asamblea General resuelva que Gibraltar sea devuelto de España a plazo fijo. Ganada esta batalla política, jurídica y de opinión pública internacional, termina cediendo ante el Reino Unido y en la práctica hurta el tema a la consideración de la ONU. Ejemplos como estos, en unión a muchos recogidos en la obra, sirven para testar la bondad del punto de partida del expuesto. El autor ha tratado de fabricar un libro ameno, escrito en tercera persona, con dos personajes: el propio autor y un imaginado gibraltareño residente en España. Convierte a éste en una ventana abierta al carácter gibraltareño. Paralelamente utiliza para poner en su boca las confesiones y opiniones de tantos gibraltareños que no se está en condiciones de citar. Por otra parte quizá sea, si no el único, uno de los contados libros que trata en toda su amplitud el contencioso gibraltareño. Toca los aspectos humanos, políticos, económicos, militares, culturales y sociales. Al mismo tiempo, expone los distintos puntos de vista, de España, del Campo de Gibraltar, del Reino Unido, de los gibraltareños y de terceras partes. Al final del libro se realiza un intento de despejar la cuestión de ¿Qué puede hacer España para poner punto final a este interminable contencioso, tan perjudicial para tantas de las partes involucradas? Termina el autor, con un breve análisis de los acontecimientos recientes desde el punto de vista de las tesis propuestas en la obra.
About the Author: El embajador marqués de San Fernando, Erik - Ignacio Martel Adeler, ingresó en la Escuela Diplomática en 1965. Tres veces se ha cruzado Gibraltar en su andadura profesional. La primera cuando colaboró a obtener el voto de Pakistán, su primer destino y entonces miembro de la Commonwealth, a favor de las tesis españolas en las Naciones Unidas. La segunda lo llevó al propio Campo de Gibraltar donde durante cinco años fue Delegado Especial del Ministerio de Asuntos Exteriores. La tercera, cuando como subdirector general de convenios participó en las negociaciones en el seno Cooperación Jurídica Europea de la Unión Europea en la que se planteaban problemas relativos con el contencioso gibraltareño. La cuarta vez ha ocurrido ahora, al final de cuarenta años largos de profesión, siendo el resultado de tal encuentro el presente libro.