Son catorce relatos que inquietan párrafo a párrafo con
historias cortas, hilvanadas en su propia brevedad y a la vez
desmadejando un universo de posibilidades narrativas que no
sueltan al lector ni con el punto final.
Una novedosa técnica personal se desliza entre las frases,
subyace a las descripciones, a la anécdota cuentística para
entrelazar no solo una atmósfera, sino varias en una sola historia.
El estilo narrativo de estos relatos tienden una trampa al propio
argumento sorprendiendo por su versatilidad para jugar con la
atención del lector.
Las historias a lo largo del libro van y vienen entre Nueva York
y otros ambientes lejanos, cargados de anécdotas y personajes, que
se pueden encontrar en cualquier pueblo latinoamericano. Ese
cordón umbilical espacial y territorial se percibe a lo largo del libro
de manera sutil, como si existiera una cómplice continuidad que
no se diluye en ningún momento precisamente porque el narrador
así lo quiere, usando para ello su propia habilidad narrativa y el
más ligero pretexto para construir hábilmente un cuento.
―Walter Ventosilla