Para esa porción de tierra española que fue fundada por los Fenicios, el presente libro es una oda y a la vez una elegía de mixtura de tiempos, culturas y heredad. Cuando a través de la magnificencia de los versos de este libro con su poder sugestivo, nos evocan con tanta fuerza expresiva y nos transportan a tiempos inmemoriales con la contemporaneidad, el alma Gaditana se nos impregna con su exquisitez milenaria.El libro en sus manos no sólo es un elegía sino un compendio de "la perfección de un verso, alcanzable únicamente a partir de la fuerza expresiva del lenguaje o del poder sugestivo de la imagen", palabras de Gerardo Brauer.Qué más puede pedir una cultura, un lugar y un deseo de perpetuarse más allá de sus paisajes, en la inmortalidad sugestiva y perene que sólo la poesía logra a pulso de las poderosas y vívidas imágenes construidas en el presente poemario.Gerardo me dijo que la poesía es una unidad rítmico semántica capaz de construir inusitadas como inauditas imágenes. La maestría conque maneja muchos de los recursos retóricos, la aliteración, hipérbaton, además de otros, construye un universo sensorial a partir de precisos intervalos y repeticiones, asociado a las cesuras y acentos, como si fueran andamiajes de un puente imposible de derrumbarse por un rítmico oleaje: todo un deleite para nuestros oídos. Hay que sumarle una armoniosa alternancia de vocales que componen una musicalidad como creación de la naturaleza misma: eufonía pura o "eufosemantía", según Gerardo Brauer. O su neologismo "fonógamas", palabras que no pueden asociar su sonido a ningún otro que no sea el acompasado por el poeta. Cuando troto en mis caminatas o braceo en la natación, las imágenes rítmicas y acompasadas del poemario me acompañan. El sonido nos acompaña desde el tic-tac del reloj hasta las palpitaciones de nuestro corazón, la poesía del presente libro nos regula la respiración y nos engendra un estado de ánimo que llega hasta el éxtasis. Gerardo dice que "el sonido en la poesía es el eco del sonido", y lo logra en cada uno de sus versos.Confirmamos que el ritmo del poemario provoca una dilatación interna, pues es acompañado por aliteraciones con imágenes que a su vez provocan una evocación, y el resultado es que el poeta ha trabajado más allá, hasta fundirse con nuestras sensaciones, y lo extraordinario: detonar otras. Las ha sabido detonar puesto que la vibración es la vida misma, la dota de vitalidad aletargándonos en el tiempo. Sus versos hacen de nuestros movimientos más simples una estética nunca antes percibida por nosotros mismos: A fuerza de versos los surcó entre mis sienesgaditano alfanje trazó esas zanjas de dolorosos ayeresde cuarteados cuartetos troceados tercetos de sajados sonetos que hunde en mi voluntadEsa sucesión que el poeta ha elegido de palabras semánticamente relacionadas y con una familiaridad con el entorno gaditano, de sofisticado flamenquismo con su mortal cadencia, además de provocarnos un estímulo de sugestiva imaginación, acompasan nuestros latidos y respiración. Se logra, como del tenue al explosivo zapateo sobre la vibrante tabla, porque el poeta ha puesto el germen del ritmo en el sembradío de nuestra alma: Candor de Cádizme embelesa el vaho de sus bahíasentre sus letras de laurely la serenidad del sableduermen marismasduermo sobre su filo gaditano alfanjeAntonio García Terrés