About the Book
La convocatoria de la movilización social antisistémica es fuerte; no se puede eludir a su llamado, a no ser que se opte definitivamente por la voluntad de nada, llevada al extremo; es decir, a la desaparición misma del que contiene ese nihilismo extremo No se trata del discurso, ni de los que interpelan, tampoco del discurso vanguardista, tampoco del discurso crítico; sino de otro lenguaje y otra gramática. Ni siquiera el lenguaje de la imagen ni la gramática o la inscripción social en la experiencia y la memoria colectivas. Se trata de la gramática de los cuerpos, incluso podríamos decir, de la dramática de los cuerpos; empero, en la tonalidad afirmativa, que reclama Friedrich Nietzsche, se trata de la estética creativa de los cuerpos. Esta es la cuestión. No otra. No buscar en la grandeza de las palabras la explicación de lo que siente y percibe el cuerpo cuando se lo convoca. Sino encontrar en las fenomenologías corporales los signos, más que eso, los síntomas, mucho más, las huellas, de lo que los cuerpos mismos reciben de la experiencia existencial y de la memoria vital. La movilización de cuerpos que interpelan en la tonalidad fuerte de lo que significa e implica la interpelación, en sentido vital, sobre todo, sensible y afectivo, es como la sinfonía inaugural del multiverso, pues su melodía recuerda el compromiso de partida de todos y todas, los y las que vinimos después, se llamen átomos, moléculas, constelaciones o lo que se quiera. Las vanguardias, que no dejan de ser racionalistas, en el sentido de la racionalidad instrumental, incluso de la racionalidad crítica, racionalidad que no deja de ser abstracta, no decodifican el llamado de los cuerpos, pues han olvidado la composición de los códigos corporales, que vienen como ondas, vibraciones y conformaciones emotivas corporales. Los cuerpos movilizados tocan teclas, por así decirlo, usando esta metáfora del piano o, mas bien, del acordeón o de la bandolina, que estaban dormidas y despiertan ante sonidos, vibraciones, ondas, conmociones, de tejidos sensibles profundos. Acudir a la llamada de los cuerpos movilizados, en su dramatismo, en su narrativa trágica, pero, sobre todo, en su narrativa estética, que, a diferencia de las anteriores, es afirmativa, es mucho más que apoyar, luchar con los convocantes, estar de acuerdo con sus reivindicaciones y sus proyecciones; incluso es mucho más que participar. Es volver a inventar y crear alternativas alterativas en la proliferante producente actividad de la vida. Si no se acude a esta llamada es como la corroboración misma de la decadencia a la que se ha llegado. Mucho más que ciegos, mucho más que mudos; se habrían atrofiado todos los sentidos de la percepción; atrofia de la percepción acompañada por la atrofia de todas las capacidades de la interpretación; es decir, obstaculización de la fenomenología de la percepción. Se sería un muerto viviente.No se cuestiona a estas atrofias desde ninguna ideología, memos pretensión de verdad, tampoco pretensión moral. No es una culpabilización; lejos de ello, es como la corroboración de la nulidad a la que se habría llegado. En términos de la evaluación de la civilización moderna, civilización mundializada por lo tanto abarcadora, sería como el aplazamiento de esta civilización ante los desafíos de la vida. El libro que presentamos son ecos de las convocatorias del TIPNIS y de Achacachi. Asume las convocatorias como llamados de la vida, de los ciclos vitales, de las territorialidades, de sus espesores ecológicos, de las gramáticas corporales y sus devenires. Hace circular estas convocatorias con sus composiciones de ondas y vibraciones, con las pronunciaciones entonadas y las voces que toman el cielo o las atmósferas por asalto, con las huellas que dejan las movilizaciones, las marchas y los bloqueos; huellas interpretadas por las composiciones de palabras, que forman narrativas activistas.