Excerpt from Felipe Segundo, Rey de Espa�a, Vol. 3: Segunda Parte

En Lisboa gobernaba el archiduque Alberto, cardenal, por la instruc cion que le dex� el rey D. Felipe, su tio, y tan recatado en este principio que usando menos del poder que paresci� � los naturales haberle quedado con alguna limitacion, firmaba los despachos del reino. El espediente desde Madrid y venir a la solicitud tan l�xos de sus habitaciones era detenido fuera de todas sus esperanzas, molesto y m�s costoso que su paciencia y caudal podian tolerar; por esto haciendo el Rey la cuenta m�s recatada y m�s segura debia considerar no estaban los portugueses firmes en su obe diencia, por ser imposible que siendo criados y nacidos con su particular Rey, y en Odio de la nacion castellana y de la grandeza de su Majestad, se consolasen en un punto de verse vasallos del Rey de Castilla y ausente de llos con gobierno in m/idum y armado. Y as� de los presentes no podia pro meterse la fineza de sus abuelos ni el fervor que tuvieron en �l de los de D. Felipe, mas en asomando la novedad por el mar 6 por la tierra, que ser�a lo peor, si los tiempos causasen algun rumor en otras provincias de Espa�a, se har�an los portugueses dos partes y ninguna del Se�or natural, pues los mejores serian neutrales. As� lo decian y escrib�an los m�s inteli gentes y los m�s fieles ministros dellos, y D. Juan de Silva, conde de Por talegre, mayordomo mayor del Rey en Portugal, sabio y elocuente con eminencia y felicidad en aconsejar; mas otros muchos accidentes no deja ron ganar su �nimo, principalmente locura del vulgo, que hablando y obrando con desatiento, fundado en vano esperar la vuelta de D. Antonio con armada a Portugal, di� forzosa causa de multiplicar los prisidios, ruina de todo el edificio. Con esto Vian � su parescer cumplidos los pron�sticos de los enemigos de su Majestad de la aspereza de su jugo y no de la sua vidad que los amigos les representaron. No admirase no hallar lo que pen saban, por ser imposible no prometerse montes de oro de la magnificencia de tan gran monarca y estaban muy pobres por los sucesos pasados.

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