Coatepec Veracruz, una población que se encuentra en el sureste de México, cuenta con un entorno natural envidiable, sobre todo en la zona del bosque de niebla, donde prolifera una variedad de especies de flora y fauna que nacen y crecen a la orilla de los ríos que bañan el pueblo. Por esto mismo las sirenitas del río escogieron acampar aquella noche de brujas del sábado 31 de octubre, en el entorno de la cascada llamada la granada, la cual se ubica a 5 kilómetros aproximadamente hacia arriba del centro de Coatepec, por el rumbo, contaban las abuelas, donde se ubicaba el cementerio antiguo del Coatepec Viejo.Iniciaron el recorrido partiendo del parque de Coatepec, subieron la calle de Lerdo todo derecho hasta llegar al muelle y continuaron hacia el trianon, pasaron de largo rumbo a la mascota hasta llegar al puente Zaragoza. Allí pararon para esperar y descansar antes de subir los escalones.Una vez que llegaron todas, empezaron a subir los 999 escalones, que representan caminar otros 2 kilómetros, en el sendero que da a rancherías y comunidades vieron pasar a gente que transportaba sus víveres, flores de muerto y rama tinaja a lomo de bestias, con quienes caminaron juntos por un rato.La caminata fue algo cansada, pero con bonitos paisajes, aunque también encontraron árboles tirados de los cuales emergían hongos comestibles y a lo lejos entre la espesura escucharon el canto de las aves. En esta zona del bosque mesófilo de montaña observaron helechos arborescentes que existen desde la antigüedad, así como liquidámbar, encinos y nogales.En el paisaje rural lo más común fue ver animales domésticos como vacas, chivas, gallinas y perros que los cuidaban. Muchas flores y una vista esplendorosa a la mitad del camino, pero aún no imaginaban lo que les esperaba y el cansancio hizo mella en las sirenitas del río por lo que decidieron hacer un descanso en las bancas de madera que hay para tal fin.Unas se adelantaron un poco y otras se quedaron atrás observando dos ardillas que corrían alegremente sobre las ramas de los guayabos. También pudieron apreciar la belleza de las mariposas azules volando en el firmamento.Tomaron agua de jamaica y comieron pambazos de frijoles con queso de cabra, antes de retomar apresuradamente su caminata al ver que el cielo se ennegrecía.Subieron, bajaron y volvieron a subir escalones perdiendo la noción del tiempo, incluso sin saber cuánto faltaba para llegar a su destino.El bosque se hacía más espeso y más húmedo pues caminaron entre dos ríos y en la distancia divisaron el nacimiento de la majestuosa cascada de la granada.Aún faltaba bajar al lecho del río cuando vieron el resplandor del rayo que las iluminó y escucharon el estruendo del trueno que las ensordeció, dando inicio a la tempestad más fuerte jamás presenciada por ellas en esta vida.Afortunadamente una sirenita del río conocía a una familia de las que vivían en las cañadas y pidió permiso para guarecerse de la lluvia, así entraron en un establo viejo y derruido por el paso del tiempo, pero que ya no albergaba vacas lecheras.Al ver que la tempestad no cedía y que se hacía de noche, las sirenitas del río tomaron la decisión de acampar en ese lugar, por lo que sacaron sus casas de campaña para armarlas y algunas empezaron a juntar leña para prender la fogata.Sentadas en círculo alrededor de la lumbre, asaron bombones y salchichas, pusieron a hervir agua para echarle el café y cada quien calentó y compartió los alimentos que llevaba.