Hay hombres que llevan adherido a su ser más íntimo un alma de poeta y Francisco San Martín Serra es uno de esos hombres que desde su desorden perfectamente ordenado nos remite a su esencia verdadera, la que destila por la alquitara de sus versos y nos ofrece desde sus poemas.
Este cántabro de treinta y tres años se redime de las vivencias duras y de los episodios fatales a los que se ha visto arrastrado por el simple hecho de existir a través de la poesía, donde refleja con versos viscerales, que duelen como desgarros, esa parte más íntima que se esconde en el subconsciente, esa conciencia desbaratada desde la que, como dice una canción de Extremoduro, nos va a hablar "con la sabiduría que me da el fracaso".
Este poeta santanderino que comenzó a escribir en serio al final de la adolescencia ha hecho de esa primera inclinación juvenil, su pasión, una pasión que da sentido a su yo interior, desde el que se expresa con una contundencia que parece provenir del surrealismo que yace bajo su yo menos consciente, allá donde habitan los sueños que estimulan y torturan al hombre, desde donde surgen versos encendidos y plenos de sentido: "hay poetas suicidas, /hay poetas malditos, /hay poetas cursis, /hay poetas viscerales, /hay poetas de bragueta, /poetas de música de flauta no sincera."
Con "El tesoro de las sombras" nos presenta su noveno libro poético, un espacio desde el cual el verso libre y la prosa poética se desparraman por el papel como disparos de fuego que son lanzados, como fogonazos de luz, sobre la conciencia del lector. No en vano, el subtítulo del libro de poemas no nos lleva a engaño: "Escritos a la humanidad". Una humanidad a la que el poeta contempla casi como si ésta estuviera condenada a desenvolverse en un fondo de reptiles, en el que el autor se ve obligado a habitar.
Sin duda, una visión pesimista que Fran Sierra embellece con su mirada humanista, una mirada que pervive a pesar del caos con el que se manifiesta y en el que se descifra: "las azules indican el fuego y el mar, /el ahogamiento de las penas y las alegrías en un buen trago dentro de la soledad y un cigarrillo alumbrando/la penumbra de mi vida, /el caos en mi cabeza: /"dice un buen amigo mío" /"-que soy un descerebrado encantador-"
Estamos ante un libro donde la verdad subjetiva del autor se palpa en unos versos desde los que fluye una poesía onírica con implicaciones sociales evidentes que, al fin, son las que marcan la unidad temática de la obra. El libro es una serie de disparos de una sensibilidad poética que van dirigidos tanto a la razón como al corazón del lector. Explora con sumo acierto los entresijos de la mente, mostrándonos con crudeza la doble cara de una sociedad que nos asedia: "Entre guerras ensangrentadas yo pervivo, /sangro y muero. /Es decir, sangro más que muero/o muero más q