La historia de Alina, la bella franco-italiana, unida a la de Alain, procedente del hemisferio sur.El extraordinario relato de la historia de la vida de dos Seres, reales y auténticos.Fue un momento en el tiempo, ya que había millones de ellos cada año en una de las regiones más bellas de Francia, la verde y extraordinariamente viva Lorena. Hoy absorbido en la inmensidad de un rediseño territorial ahora llamado Grand Est, pero los recuerdos son para siempre imperecederos y condenados a permanecer para la Eternidad, más allá incluso de la ignorancia del Universo.El jueves 25 de diciembre de 1975, a las once, en una mañana brumosa y fría, el día de Navidad, todo comenzó cuando entramos en una panadería. No tenía ni idea de lo que le iba a pasar, máxime cuando este día tan especial no era más que una simple banalidad parecida a las anteriores, que le parecían tan ordinarias. De hecho, al haber llegado desde su Francia natal, a más de diez mil kilómetros de la Metrópoli, Alain nunca había experimentado las alegrías y la felicidad de la Navidad con su familia. Había vivido con sus padres, hermanos y hermanas, soportando la miseria desde su primera infancia. Una familia de seis miembros, y desgraciadamente, a pesar de la incansable labor de su padre en los campos de caña de azúcar, de la dulzura de sus padres y de la humilde armonía que allí reinaba, no había alternativa para compensar ese momento de dolor que representaba la Navidad para un niño, incluidos sus padres. Así que, en su decimoséptimo cumpleaños, Alain había tomado una decisión y la había llevado a cabo. Abandonó la escuela e inmediatamente se alistó en el ejército. Unos meses más tarde aterrizó en Nancy en un regimiento de señales, pasando de una temperatura de +25 grados veinticuatro horas antes a una nueva, negativa y muy por debajo de cero. Tras una rápida aclimatación de unas semanas, un mes después comprendió de inmediato, en tiempo real, que el destino acababa de matar dos pájaros de un tiro, cuando su mirada se cruzó con la de la bella, la magnífica, la sublime franco-italiana. Él estaba a punto de cumplir dieciocho años y ella tenía treinta y nueve. En la puerta de esta panadería se dio cuenta enseguida de que era la Navidad más bonita que había conocido. Era Alina. Sus miradas se habían cruzado probablemente durante tres segundos, pero a él le pareció una eternidad. Le pareció ver de repente en sus ojos una especie de asombro, de descubrimiento, de lo inesperado que ya no se esperaba, ... que ya no se esperaba. Por otro lado, acaba de tener tiempo para desvanecerse, para permitirle salir más fácilmente. Sin poder afirmar la certeza, parecía estar convencido igualmente, haber visto en sus ojos llenos de ternura, felicidad y pureza que faltaba el júbilo. Alain estaba abrumado y este estado duraría otros tres meses, hasta la primavera del año siguiente, 1976.Aquel día no lo sabía, pero acababa de toparse con el Amor incondicional de su vida, el que se iba a convertir en su confianza personificada, en su pensamiento, en su razón de vivir y, sobre todo, en el que le iba a proporcionar una felicidad absoluta todos los días, así como las restantes Navidades que le quedaran por vivir. Alina era LA mujer que estaba destinada a ella, probablemente e inexplicable como todos esos hechos que aparecen en nuestras vidas y que son inexplicables e inextricables.