Editar "El Legado de la Familia Lustig" supone, tras una década de trabajo, dar por concluida la trilogía "La Conquista del Sueño". En su momento, cuando me puse a escribir la primera novela, no me planteé que fuese a continuar la historia con otras dos publicaciones posteriores, ni siquiera que habría una segunda, pero un cúmulo de circunstancias me han ido empujando a desarrollarlas.
La idea de confeccionar aquel primer libro me surgió escuchando diversos testimonios sobre "la parálisis del sueño", un mal que padecen algunas personas cuando, tras haberse quedado dormidas, la mente se les despierta antes de que lo haga el cuerpo físico. Mientras que en algunas ocasiones son incapaces de ejecutar movimiento alguno, se quedan paralizadas, en otras incluso llegan a recuperar la conciencia y comienzan a pensar sin que aún noten nada de su anatomía. Partiendo de este último caso, el cual podría decirse que posee tintes reales, la ficción entra en escena para profundizar en la materia, llegando a explicarse que, sumergido en ese singular estado, se abre la posibilidad de separar la psique de lo físico para realizar viajes astrales.
Además de buscar la originalidad con un argumento basado en el mencionado desorden del sueño, dicha obra fue escrita de una forma un tanto arriesgada. Tratando de causar impacto, la mayor parte la escribí como si el protagonista apuntara sus emociones en un diario, es decir, los hechos que suceden en torno suyo están contados bajo su punto de vista. Si bien esto hace que no tenga el aspecto típico de una novela, por lo general está redactada en primera persona, hubo lectores que me indicaron que, aplicando esa fórmula, se reflejaron a gran nivel los sentimientos del personaje.
Para redactar "Ocultando a Irene", la segunda parte, elegí una manera de hacerlo mucho más tradicional. También asocié cada fragmento con una fecha concreta, la cual sirve de guía para ordenar los hechos cronológicamente, pero ya no traté los pensamientos de los personajes en primera persona. En cuanto a la historia, aunque ahonda en lo contado en el libro previo y también versa sobre la "parálisis del sueño", puse empeño en que se pudiese leer de forma independiente. De hecho, el protagonista de la novela anterior, llamado Luis Segura, es tratado en esta otra como personaje secundario.
Para quien esté pensando en hacerse con este tercer libro sin haber leído los dos anteriores, no está claro que vaya a enterarse por completo de lo que en él se cuenta. No obstante, he procurado hacer oportunas referencias a lo ya explicado en las otras obras, lo que facilitará su compresión en gran medida. Puede que al principio se desconozcan personajes o los motivos por los que ocurran ciertos hechos, pero, a mi entender, según se vaya avanzando en la historia, las dudas se irán disipando. Incluso me atrevería a decir que, una vez completada la lectura de la novela, el lector habrá asimilado todo lo que en ella se cuenta. En ese caso, las dos primeras obras, con la opción de ser leídas aún en la recámara, servirían para completar lo que se narra en esta tercera (aunque también es cierto que habría algunas tramas que, sabiendo lo que va a suceder después, ya no sorprenderían tanto).
Si hasta estas líneas no he dicho de qué va exactamente "El Legado de la Familia Lustig", en realidad es porque desconozco hasta qué punto conviene hacerlo. Sin intención de desvelar nada inoportuno, me limitaré a señalar tres de sus detalles más característicos. En primer lugar, en su contenido se llevará al límite "la parálisis del sueño", convirtiendo tales experiencias en algo mucho más allá de lo extraordinario. En segundo lugar, a lo largo de sus páginas se irán cerrando tramas que habían quedado abiertas en las publicaciones previas. Y en tercer lugar, sus ocho capítulos depararán infinidad de sorpresas, incluyéndose entre ellas la forma en que discurren las diversas aventura