Debido a lo intenso y amplio de la novela, recomendé al autor que la dividiera en dos. Sobre todo pensando en su publicación en los medios electrónicos. Y porque el arte del libro pende también de una hábil construcción de obra escritural. Y el autor nos regala un modelo de uso integral de todos los recursos retóricos y poéticos, moldeados hasta resultar en una obra acabada de arquitectura literaria. Magistral narrativa que enlaza la Modernidad de finales del siglo pasado, sus contrariedades y aspiraciones, con la fascinante Época Colonial y el Siglo de Oro de la Lengua Española. Si los personajes fueron transformados por sugestivos Haikai, el lector quedará cautivado por una narrativa poseedora de tanta fuerza expresiva que le provocará una impronta, de la cual no podrá prescindir en cada acto de su vida, dándole nuevos significados hasta a sus recuerdos. Descubrirá los pasajes subterráneos de la Ciudad de México con la guía de sonetos del Siglo de Oro; descifrará, con los más enigmáticos personajes, sobrenaturales mensajes, verídicos e inauditos. Quedará influido por esas fuerzas ancestrales de los andurriales subconscientes de la ciudad más populosa. Descubrirá inéditas y sobrecogedoras leyendas de los grandes abrevaderos del mito popular. Se le revelarán y confirmará que los espacios vacíos de la historia, los llena la literatura, tal como manifiesta el autor Gerardo Brauer. Le será fascinante cómo ha habido sociedades secretas en cada civilización y debajo de la ingenuidad del individuo común. Se transformará en moderno juglar y mudará su asombro al limbo de los misterios encerrados por siglos. Sabrá que un pasado es tan vigente y presente si se revive con los ojos de nuestro tiempo, y escuchará una amena enciclopedia fónica y andante, con voz de caligrafía histórica. Sentirá cómo duelen los libros a una cultura, un país, y conocerá al misterioso cazador de los más antiguos, raros, apócrifos e incunables de perenne memoria. Si el ludibrio de la gente ha mantenido la leyenda en el hecho histórico, el mito urbano lo mantiene en la imaginación con la existencia de pasadizos subterráneos. Carlitos Monsiváis me dijo que los pasadizos no se han podido explorar pero que son el memorial subconsciente de la gran ciudad. Conviviendo con los personajes, por sus descubrimientos debajo de la Ciudad y la revelación sin precedente, el lector develará lo no conocido de la Virgen del Perdón y agradecimiento del célebre Conde de Santiago; del oidor del Rey, Bernardo de Iturriaga, temido en las audiencias reales y hasta por el Virrey. Además, el soneto que le revelará el drama del Gallardo Gonzalo y su evocación del sublime amor que conmocionó a la época colonial, y no conocido sino hasta ahora.El Convento de la Encarnación le abrirá sus misterios. Será el primero en visitar el Callejón del Duelo donde el vencido era arrojado a la acequia, saludar a la Malévola Malé que inspiró a la "Catrina". La Güera Rodríguez le hablará de sus relaciones idílicas con Agustín de Iturbide, Simón Bolívar y Alexander von Humboldt.El lector sabrá dónde están los restos de Cuauhtémoc y el Santo Grial de la inquisición con su pavoroso Anillo del Pastor. Podrá desenterrar el tesoro del sufrido Moctezuma. Los personajes (tan reales como el creador del Virus Maldoror, llamado el Góngora de la virtualidad) fueron delirantes de la ciencia, pues sucumbieron, como pronto usted, a los deliquios de la estética lingüística, pero ellos trataron de inclinar cada evento hacia la coherencia. Antes, cargados de ecuaciones, ahora, suspensos en los senderos de sublimes sonetos. Si de por sí las revelaciones anteriores dotan a la novela de un poder cautivante, las relaciones intensas de los personajes, entrañables y verosímiles, no dejan ápice de duda de que los mitos y leyendas hayan sido esa verdad que sólo la literatura puede avalar y no la historia.