La mayoría de los actos que hacemos a lo largo de nuestra vida es por un patrón aprendido en nuestra educación. Que personas fuera de nuestra familia noten estos patrones es fácil, el problema es que, cuando nuestros patrones son erróneos, cuesta discernirlos en nosotros mismos y se confunden con aspectos de personalidad.
Los patrones de conducta familiar, son los que se aprenden en la convivencia en familia, heredándola de una generación a otra, causando daño en el desarrollo emocional y personal del niño si estas conductas son graves. Estos patrones de personalidad se repiten de forma automática en la educación de los hijos, porque las hemos adquirido de nuestros padres, a su vez ellos de nuestros abuelos. Así, por ejemplo: Un niño por más palabras que escuche de que no haga algo, si lo ve en nosotros, solo serán un reflejo de nuestros actos como padres. Si un padre suele mentir o gritar, por más que le diga a su hijo que no lo haga, probamente el niño será un mentiroso o gritará cuando sea adulto, percibiendo estos patrones de conducta como algo natural en su vida, y así sucederá con todos los actos de aprendizaje.
Cuando estos aprendizajes en nuestra educación y crianza son problemáticos, para cortar con ellos necesitamos intervención psicológica, pero más allá de esta ayuda, existe otra que puede cortar de raíz estas conductas generacionales erradas: la intervención espiritual. ¿Pero cómo darnos cuenta de los patrones que hemos mal aprendido, si no somos conscientes de ellos porque los repetimos naturalmente? Pues precisamente, en la cercanía con Dios y su palabra encontramos las herramientas necesarias, para obtener el entendimiento de lo que podamos estar haciendo, de lo que erradamente aprendimos en nuestra educación, que podamos sin darnos cuenta estar transmitiendo a nuestros hijos.

En este libro "LA EDUCACION DE TUS HIJOS, LO ESPIRITUAL Y LOS ERRORES FAMILIARES", me pongo de ejemplo, y te relato mi experiencia de vida, de patrones aprendidos en mi educación, cuento los errores que cometieron mis abuelos, mis padres y que yo repetí por naturaleza con mis hijos, pensando que estos errores nunca los alcanzarían, estando muy lejos de la verdad, porque tarde o temprano, la cosecha de nuestros actos nos alcanzan, sea esta buena o mala.

Con esta experiencia de vida, te planteo una serie de preguntas y te motivo a realizar un análisis de tus generaciones pasadas y así tengas un punto de comparación, de que estarías haciendo mal en tu vida como padre o madre, sin tan siquiera saberlo, y que podría perjudicar a tu hijo o hija el día de mañana. Me baso en la palabra de Dios, como herramienta necesaria para encontrar sabiduría en la toma de decisiones en cada aspecto de nuestra vida, siendo esta la educación más importante, pero con una gran carencia en la crianza de nuestros hijos, ya que sabemos que muchas personas que han logrado el éxito académico, económico o intelectual, se han quitado la vida por falta de una comunión con la formación espiritual que proviene de Dios y su palabra, que es la más importante en nuestras vidas.
En mi experiencia, sé que si yo viniendo de una familia de donde existía vicios, licor, relaciones sentimentales fracasadas, abuso, agresión, logré cortar con todos estos patrones; cualquiera puede hacerlo, sé que con la educación espiritual podemos, primero: llegar al conocimiento de los patrones familiares errados, que venimos repitiendo, segundo: que podemos con esta educación espiritual y esta cercanía con Dios, reeducarnos, cortar de raíz toda maldición en nosotros y en nuestros hijos, sanar futuras generaciones y sanar nuestra propia vida.